El guitarrista presenta su nuevo disco con One More Satellite. Además, recuerda a Scott Weiland y analiza la competencia creativa con su hermano Robert. Entrevista exclusiva.
Por Fabrizio Pedrotti, para Rock.com.ar.
Foto: Eilon Paz.
Manhattan, 1978. La ciudad de los contrastes: el punk, el new wave y el noise conviven con el funk y el R&B. Es un caldo de cultivo para artesanos, activistas sociales y movidas nocturnas. Así y todo, la decadencia urbana es palpable: la calle es una verdadera trinchera. Muchas familias se mudaron del centro por el aumento del crimen, especialmente en Times Square.
Mientras tanto, en Nueva Jersey, a más de cien kilómetros, un chico de 17 años se sube a un tren con un solo objetivo: conseguir su guitarra. ¿El destino? Manny’s, una casa de música de Manhattan… justamente a menos de cuatro cuadras de Times Square.
Este podría ser uno de los tantos relatos de adolescentes que compran un instrumento y terminan abandonándolo. Pero nuestro personaje es Dean DeLeo, y con esa viola va a co-fundar una de las bandas más importantes de los ‘90: Stone Temple Pilots.
“Caminaba por Manhattan con siete billetes de 100 dólares en el bolsillo, y era bastante complicado en los ‘70 -cuenta hoy-. Llegué a Manny’s, me atendió un chico de unos veinte años y le pedí una Les Paul. Tenían que subir con un ascensor especial a un segundo piso para traértelas, porque el depósito estaba ahí. Cuando me la dio, vi que tenía una pequeña imperfección en la madera. Le dije: ‘Mmm, no sé si me gusta, tiene una manchita, ¿me traés otra?’. El tipo me miró con una cara terrible -lo imita y estalla en carcajadas-. Siempre voy a acordarme de la cara que me puso, como diciéndome que era una patada en los huevos. Tuvo que volver a subir el ascensor y traerme otra, que fue la que terminé comprando”.
Quizás por esa terquedad, una maldición cayó en Dean: todas las Les Paul que llegaron a su vida se fabricaron en 1978. Y eso no es poco decir, considerando la cantidad que tiene. “¡Es así! Me topo con las de ese año, que no fue bueno para la fábrica. Creo que ahí Gibson se mudó”. En realidad, fue una bendición: su destino se selló ese día. Esta es la historia de cómo esas guitarras terminarían influyendo en millones de personas.
ENTRE STP Y OMS

DeLeo responde desde su casa en los Estados Unidos, mientras el sol del mediodía se refleja entre las cortinas. Está de buen humor y con muchas ganas de charlar. Y no es para menos: además del presente con Stone Temple Pilots, la novedad es que One More Satellite -proyecto con el cantante Pete Shoulder (Winterville) y el baterista Brian Tichy (Whitesnake, Billy Idol)- acaba de sacar su primer disco.
En las diez canciones hay espacio para los colores que ya conocemos de DeLeo, pero también sorprende con la instrumental “Serenade” (con Eric Kretz, de Stone Temple Pilots) y el cierre con “Your Call”.
-En “Paper Over The Cracks” hay una guitarra casi de juguete, como si estuviera desafinada a propósito. ¿Cómo llegaste a eso?
-Sí, la de la izquierda en las estrofas era una Kay de principiante, una de esas que podrías comprar en los ‘60 por 39 dólares. Era la más básica, pero tenía un sonido especial. Hay algo que te obliga a tocar diferente. En lugar de ser perfecta, es como si pelearas para sacarle algo. No solo para que mantenga la afinación, sino porque tenés que tocarla distinto, por el sonido y por su respuesta al tacto. A muchos les gustan las violas difíciles. Creo que se nota en el tema, está bueno sentir esa pelea (se ríe).
-¿Cómo te percibís al volver a un instrumento “perfecto”? ¿No te parece que sos todavía mejor?
-No, la mayor lucha que tengo cuando grabo guitarras, especialmente con las antiguas, es con la maldita tercera cuerda (se ríe y levanta el dedo). ¡Es la peor de todas! En el estudio siempre es un drama para que esté afinada. Mi amigo Bruce Nelson me construyó cosas por veinte años.
-¿Hizo tus Les Pauls, no?
-Sí, tres, y cinco Telecasters, además de una Junior y dos bajos. Robert también usa sus instrumentos en STP. Los “nuevos fabricantes”, como Bill Nash y Paul Reed Smith (PRS), le ponen mucho amor y detalle. Al tener varias guitarras, mi vida es más fácil si mantienen el tono. Cuando usás las de Bruce, con semejante nivel de artesanía, subís por el diapasón y está todo bien. Antes, muchas veces grababa y tenía que frenar para afinar.
-Las Les Paul de Gibson son mucho más pesadas para tu espalda en un show completo, ¿no? Más allá de que las cambies.
-Sí, son muy macizas. La negra es la que toqué en los primeros tiempos de STP, y todavía la uso en “Interstate…” y “Plush”. Aunque la mayor parte de la noche uso las de Bruce, que pesan 2 kilos y medio. Obvio que en un concierto entero es bastante, pero las Les Paul son el doble.

En One More Satellite también hay un personaje que es parte de la vida de DeLeo hace mucho: el productor Ryan Williams. “Es el mejor, lo conocimos cuando era el segundo ingeniero de Brendan O’Brien en ‘Tiny Music…’ en 1996, con STP”, cuenta.
Williams fue ganando roles más importantes en discos como “No. 4” (1999), “Shangri-La Dee Da” (2001), el homónimo de 2018 y “Perdida” (2022). Además trabaja en el álbum que Dean acaba de estrenar.
“Hicimos algo interesante: no nos tomamos el tiempo de mezclar al final, sino mientras grabamos -explica el guitarrista-. Ya le metimos los efectos, lo paneamos como queríamos, elegimos los tonos… y se fue armando. Lo escuchamos desde el primer día. Con Brendan lo hacíamos así, también. No pensábamos ‘vamos a arreglarlo en la mezcla’, sino ‘comprometámonos ahora’”.
-A veces improvisabas un solo como referencia y terminaba quedando. Pasó con “Silvergun Superman”, ¿no?
-Sí, ese fue un caso. Muchos de esos discos se grabaron en vivo, y para “Silvergun…” traté de superarlo, pero el otro era mejor.
-¿Y cómo se les ocurrió el final del tema, que es totalmente inesperado?
-(Se ríe). No sabíamos cómo terminarlo, si irnos con un fade out o qué. No queríamos el remate típico, y Eric dijo: “Che, ¿por qué Dean no toca la batería?”. En el último minuto oís a Brendan poniéndolas en dos tracks distintos, moviendo los controles en tiempo real. Yo soy el que suena como alguien cayéndose por las escaleras (se ríe). Incluso escuchás que dejé caer los platillos y dije: “Oh, Dios”. Nos causó mucha gracia.
CON ACORDES RAROS
Volvamos al nuevo disco de One More Satellite. La segunda canción, “Vultures”, juega con un recurso tan importante como el ruido: el silencio. Justo cuando parece que va a volver a explotar, Dean baja las revoluciones. ¿El origen de eso? Haber tocado con Joe Walsh, de los Eagles, en 2005. “Aprendí un montón al estar de gira con él. Haber compartido escenario y escucharlo tocar todas las noches abrió una puerta en mí -dice DeLeo-. También absorbí mucho de Tom Bukovac en Trip The Witch. Es un maestro de esos espacios entre las notas y los acordes”.
-Para ese proyecto te llegaba la inspiración en momentos raros, ¿no? Como cuando te ibas a cabalgar por la montaña.
-Sí, pasó en “Planet TD1”. Tom tenía la estrofa y me fui de excursión con eso en la cabeza. No soy muy bueno pensando qué acordes usar, porque no sé cómo funcionan. Pero sí sabía cómo tenía que ser la melodía y qué notas me iban a dar el sonido antes de llegar a casa y dejarlo salir.

-¿Cómo hacés cuando no tenés un celular cerca para registrarlo y estás en las montañas? ¿Te da miedo de olvidarte?
-Sí, y los últimos años no solamente lo grabo en audio, sino que también me pongo frente a la cámara y hago un video. Sino me cuesta descubrir qué malditos acordes toqué (se ríe).
-¡Es que hacés cosas muy raras!
-Bueno, el otro día Pete Shoulder me dijo que iba a grabar una versión acústica de One More Satellite. Me preguntó los acordes y no tenía idea, me senté a sacarlos con el disco de fondo para ver qué había hecho (más risas).
-¿Cómo llegaste a esas notas por primera vez?
-Robert tuvo un impacto enorme en mi forma de tocar, y también viene de mi amor por la música popular de los setentas. Un montón de los acordes Maj7 salieron de ahí, al igual que lo que escribía Jimmy Webb. Las canciones pop de entonces, como las de Richard Carpenter, eran elaboradas y muy finas. No me siento un guitarrista “elegante”, solo me gusta sentarme y escribir un tema. Tampoco me encanta practicar, pero encuentro la paz cuando compongo.
-Hace unas semanas vi un tweet que decía: “Traté de sacar ‘Wonderful’ porque parecía fácil, pero me peleé con los acordes. ¿Por qué Dean no usa LA-RE-SOL?”.
-(Estalla en carcajadas). Bueno, Robert la escribió, yo solo la toqué. Podés reconocer mis canciones en los discos de Stone Temple Pilots, porque son más rudimentarias -entre ellas figuran “Pretty Penny”, “Big Empty”, “Army Ants” y “Sour Girl”-. Pero creo que voy mejorando (se ríe).

-En “Drowning Out In The Sun” tenés a tu hijo Rocco en la batería. ¿Cómo fue grabar con él? A veces ibas al estudio con él y terminaba liderándote tanto que no podías intervenir…
-Sí, fue uno de esos días especiales para ser padre, y le agradezco por ser una persona hermosa. Estoy muy orgulloso porque recién terminó un viaje en bicicleta con cuatro de sus amigos de San Francisco a Los Ángeles. Hicieron entre 100 y 110 kilómetros por día, estuvieron en la ruta unos doce días. Y no es ciclista: solo quería hacerlo. Componer con él fue maravilloso, ya habíamos grabado pero esto fue más “verdadero”. La rompió.
-¿Cómo definiste los temas que iban a ser para Brian Tichy y para Rocco?
-Escuchaba sus estilos en mi mente. “Paper Over The Cracks” tenía la huella de Tichy por todos lados. Soy muy afortunado de estar rodeado por músicos extraordinarios, arrancando por Stone Temple Pilots: Robert, Eric, Scott y ahora Jeff. Y con Trip The Witch, el elenco que tuvimos en ese disco fue notable: Steve Mackey (de Pulp), Shannon Forrest (de Toto), el propio Bukovac… sos tan bueno como los que te rodean, y ellos me hacen quedar muy bien.
-El lado A y B de “One More Satellite” están muy diferenciados. ¿Cómo fue armarlos?
-Los trabajé mucho. Se remonta a la música con la que crecí, que había un verdadero viaje. Es una sesión verdadera. Pensé mucho en el orden, no quería juntar canciones que tuvieran la misma afinación o tempo.
LA FUENTE DE LAS IDEAS
El guitarrista no solo es bueno para tocar: también para elegir e inventar nombres de discos o bandas. Trip The Witch, por ejemplo, viene de la letra de “Ride The Cliché”, que compuso con Scott Weiland para Stone Temple Pilots. “Quiero que la hagamos en vivo con STP, porque es muy divertida. Puede pasar”, dice.
“Shangri-La Dee Da” (2001) fue una idea de Dean. “¿Conocés a Los Picapiedras? Los miraba un montón, y era donde ellos vacacionaban. Justo hacíamos el álbum en un lugar hermoso en Malibú, en una casa de diez hectáreas, y una noche estábamos sentados con Scott. Le dije que sería un buen título, y lo amó más cuando le conté que venía de Los Picapiedras” (se ríe).
El nombre de One More Satellite también fue su idea, pero no salió de un dibujo animado. “Tengo que agradecerles a Kelly Scott, Greg Edwards y Ken Andrews, de Failure -explica-. Soy un gran fan de ellos, y lo saqué de la letra de ‘The Counterfeit Sky’”.
-La mayoría de los solos de este disco se sienten frescos (como el de “Silvergun Superman”). ¿Se dieron así?
-El de “Paper Over The Cracks” fue improvisado. No tenía nada ensayado y dije: “Ya está, voy a hacerlo”, y salió. Puse algunos como referencias para que Pete Shoulder supiera dónde no cantar, pero los escuché al día siguiente y dije: “Che, son bastante buenos” (se ríe). Así que los dejamos. El solo del final de “Vultures” y el de “Long Way Down” tienen cambios raros y tuve que trabajarlos bastante, porque algunas cosas están un semitono abajo. Siempre es complicado hacer solos con otras afinaciones, entonces me tomé el tiempo. En “Your Call”, por ejemplo, ya tenía la melodía que quería en mi cabeza.

Sin duda, lo más interesante de charlar con Dean DeLeo es adentrarse en la creatividad. Yendo a un lugar filosófico, ¿de dónde cree que salen sus ideas? ¿Cree que hay un “inconsciente colectivo” al que podemos conectarnos, según autores como Alan Moore?
“Sí, pienso que hay un plano de ideas -responde-. Siempre hay una canción esperándome, y no me siento y ensayo, sino que aprovecho ese caudal y surge rápido. Si paso mucho tiempo componiendo, seguro no vale la pena. Pero tiene que ver con lo que planteás: hay un éter de ideas, y se trata de conectarse y dejar que ese mundo te impregne”.
-Aunque no uses palabras, ¿te pasó de volver a escuchar algo y sentir que comunicabas tus estados de ánimo?
-Sí, sin dudas. La mayor parte del arte es una reflexión directa de lo que estoy pasando, lo que experimenté o incluso lo que voy a vivir.
-¿Te acordás de algún tema en particular?
-(Piensa unos segundos). Escribir con Pete, por ejemplo, fue un esfuerzo conjunto. Es un músico muy competente y extraordinario, con la batería, los teclados, la guitarra, el bajo, y obviamente la voz. Pero me dejó componer toda la música y él se encargó de las letras y las melodías vocales. Es una experiencia muy íntima, sos muy vulnerable y no siempre se siente bien. Me pasó un montón con Stone Temple Pilots: llego con una canción que para mí es fantástica, como una de mis hijos, y me dicen: “No me cierra mucho, che”. Ahí pienso: “Ohhh…” (hace una mueca de tristeza), pero tengo que agarrar mis pedacitos y respetarlos. Es ese nivel de confianza, especialmente con cómo Pete y yo hicimos este disco: él estaba en Inglaterra y yo acá, salvo algunas que hicimos en el mismo estudio (“Willow Mae”, “Can Of Worms” y “Drowning Out The Sun”). Al resto lo armamos por mail, igual que con Trip The Witch. Algunos pueden preguntarse cómo podés crear algo, tener esa intimidad y sonar como si estuvieras al lado. Creo que es porque hablamos el mismo idioma: no hay mucho que charlar o explicar. Es lo que sucede y no se sabe cómo, capaz en el plano del que hablábamos. Pero soy muy afortunado, porque tuve eso con todos los que trabajé. Cuando te presentan una canción, es importante ser cuidadoso y no herir los sentimientos. Aunque a veces pasó.
-Un ejemplo fue ”Peacoat”, de “Stone Temple Pilots” (2010), ¿no?
-Sí, Scott tenía una melodía que sentimos que podía ser mejor. Robert llegó con la que quedó, la amé inmediatamente, y se la pasó a Weiland. Fue uno de los pocos momentos en los que Scott estuvo “presente” y le puso su impronta.
-¿Los cambios de acordes de “Seven Caged Tigers” fueron pensados?
-En general, cuando escribo “me tropiezo” con algo y lo sigo. Agarro una guitarra, siento que hay una cosa en el aire y la construyo a partir de ahí. Pasa bastante rápido, y lo que Scott hizo ahí fue fantástico, melódicamente y con las letras. En todos los proyectos que trabajé hubo un trabajo colectivo, no individual. Me gusta creer que esos temas no hubieran sido así sin Scott, Robert, Eric o Jeff; y lo mismo con Pete, Tichy o Rocco. La magia se da si todos sienten la misma canción.
HERMANOS DE SANGRE

Aunque no podemos afirmar que se trate de magia, hay algo en los genes. Incluso la mamá DeLeo agarró la viola en las sesiones de “Tiny Music…”. “Era mi Stratocaster -se ríe Dean-. Pensamos que sería genial, porque hicimos el disco en el Valle de Santa Ana, en una casa hermosa. Ella fue y dijimos: ‘Démosle la viola y subamos el volumen al máximo. Le mostré cómo funcionaba el trémolo, le pedí que moviera la palanca y así salió, con mi mamá usando el feedback del amplificador y sacando su lado Hendrix”. Esa escena apareció en el documental del álbum.
Volvamos a los hermanos Robert y Dean: no solo comandan Stone Temple Pilots, sino que también compartieron proyectos como Talk Show y Army of Anyone. En total, suman diez discos de estudio y unos cuantos EPs.
Ambos hablaron en varias ocasiones de cómo tienen una “competencia saludable”: en la época de “No. 4” (1999), Robert admitía que elegía un tono más oscuro para poder convivir con el brillo de Dean. Hoy, el músico responde: “Si quiero que queden algunas de mis canciones, necesito sacar mi mejor versión, porque estoy compitiendo con él. Y es un compositor tremendo -opina-. Es el responsable de los temas más exitosos de Stone Temple Pilots, como ‘Plush’ o ‘Interstate Love Song’. Él las escribió en la guitarra, yo solo las toqué. Fueron sus ideas. Cuando me enfrento con alguien con ese nivel de creatividad, tengo que sacar mi lado más afilado. Nos fuerza a ambos a decir: ‘¿Tenés eso? Mirá también esto”.

-Scott se sentía igual con vos. En su libro, dijo que “Where The River Goes” representaba cómo la banda creció con tu llegada: pasaron a ser “grandes como una montaña, altos como el sol”.
-¿Dijo eso? ¡Qué caradura! (se ríe). Wow… creo fue la primera canción que escribimos los cuatro, y uno de nuestros debuts en la sala. Yo había llegado con ese riff.
-¿Y cómo te sentís con las palabras de Scott?
-Oh, no hice eso con el grupo. No se trató de nadie individualmente, fue un esfuerzo combinado. Tuve la fortuna de estar rodeado por músicos extraordinarios, me siento muy agradecido. Si voy a jugar contra Serena Williams, es mejor que esté bien preparado (se ríe). No solo tenía que superar mis estándares, sino los de esos tres tipos.
-Dijiste que con Jeff tuvieron la última oportunidad con STP, y que hizo cosas que ningún postulante logró (como inflexiones casi medio tono abajo en “Interstate Love Song”). ¿Cómo fue eso?
-Sí, nos salvó la carrera, estábamos por ponerle punto final. También muestra las habilidades de Scott, porque era un crooner, un cantante genuino. Sabía modular melódica y líricamente. Jeff entró y se quedó con el puesto al toque. Es un cantante increíble, fue su culpa que siguiéramos (se ríe). Cuando audicionamos, les dimos a todos los mismos cinco o siete temas, y él quiso arrancar con “Piece Of Pie”, que es bastante aguda. El primer grito ya es exigente, y pensamos: “Bien, estamos encaminados”.
Para el futuro, Dean cuenta que hay un nuevo disco de One More Satellite compuesto en un 70%. “Este año terminé un montón de tracks, alrededor de treinta. Estaba en una buena racha y tenía mucho tiempo”, dice.
En cuanto a Stone Temple Pilots, agrega: “Robert tiene unas cuantas canciones buenas. En la gira de aniversario de ‘Purple’ me mostró algunas y me puso muy contento, dijo que fuéramos a grabarlas. Sé que va a hacer otro disco solista, y con STP tenemos un montón de shows: estuvimos volando todos los fines de semana, dando de seis a ocho recitales por mes”.
Uno de esos shows, de hecho, fue en la Argentina. El guitarrista sonríe y se acerca a la cámara: “¿Puedo decirte algo? ¡Nos encanta ir allá, ustedes están locos! No hay otro público igual, los adoramos”. Nadie pensó que aquel viaje de un adolescente a Manhattan iba a darnos tantas alegrías.
El disco homónimo de One More Satellite ya se puede escuchar en todas las plataformas de streaming. Además, este mes harán sus tres primeros shows en los Estados Unidos.