Overkill: “Hay que entender que el metal es un negocio”

Bobby Blitz habla de “The Wings of War” y recuerda cuando asaltó un estudio de grabación. También cuenta cómo inmortalizó a la banda en el Hall of Fame, y adelanta el show del Teatro de Flores.

Por Fabrizio Pedrotti, para Rock.com.ar.

Las discusiones sobre el “Big Four” del thrash no dejan de aparecer en los foros, y la pregunta suele ser la misma: de ampliarse la lista, ¿a quién debería incorporarse? ¿A Exodus, a Testament o a Overkill? Hay una particularidad que este último grupo guarda con Metallica, el gran headliner: que ambos están incluidos en el Rock and Roll Hall of Fame. O casi.

Para que una banda pueda sumarse, deben darse varias cosas. En primer lugar, que su primer disco haya sido editado hace veinticinco años. En segundo, que tanto el jurado como el público voten por ellos. Pero Overkill se salteó las consignas.

“Teníamos un día libre en Cleveland, así que fuimos al Salón -explica el cantante Bobby “Blitz” Ellsworth del otro lado de la línea-. Yo llevaba un cuchillo a todos lados, una especie de multiherramienta, porque nunca sabías qué podía romperse en el escenario. Me dejaron pasar con el puñal, entonces hice lo que mejor me pareció: con el cuchillo, inmortalicé el logo de Overkill en el baño. ¡Así que ya estamos ahí!”. Misión cumplida.

El vocalista se ríe como si fuera la última vez, y lo hará repetidas veces a lo largo del reportaje. Esa es una de las características de Bobby: su aspecto será rudo, pero sus carcajadas demuestran que es uno de los más amables y simpáticos del metal.

La cordialidad es aún mayor cuando habla de “The Wings of War” (2019), el disco que editarán el 22 de febrero. Será el álbum de estudio número 19 de Overkill, y el primero con el baterista Jason Bittner (Shadows Fall). “Pueden esperar diversidad. Elegimos ‘Last Man Standing’ como corte de difusión porque está dentro de nuestros estándares, con una naturaleza agresiva pero mezclada con melodías. No diría que es la más pesada del álbum, pero sí una de las más rápidas. Obvio que hay velocidad, pero también mid-tempos y hasta un poco de punk, en ‘Welcome to the Garden State’”.

Esta última, de hecho, sirvió para que Bobby se reencontrara con su infancia. “Hablo sobre mis amigos, las salidas con ellos y hasta uso términos de Nueva Jersey. Al menos para mí, es una de las canciones más destacadas, por la conexión emocional”.

“Welcome to the Garden State” es también el nombre de un documental en el que Overkill analiza, en varias partes, su extensa carrera. “Estábamos hablando con Nuclear Blast y querían llevarnos a Los Ángeles, para grabarlo allá. Pero con D.D. -Verni, bajista- les dijimos: ‘Miren, pueden ahorrarse la mitad del dinero si vienen para acá, y de paso les mostramos dónde vivimos’. Nos sentimos más cómodos, y mostró la personalidad de la banda de una forma más real. Nosotros pertenecemos a Nueva Jersey, no a otro lado”.

La novedad del álbum es que, por primera vez en varios años, el cantante compuso sin su viejo método de post-its. Cuenta la leyenda que Ellsworth llegó a tener decenas de papeles autoadhesivos pegados en su cuarto, para recordar algunas ideas de letras. “Esta vez no fue así, pero igual tomé notas. La grabadora de mi celular fue el reemplazo perfecto, porque pude registrar constantemente lo que se me vino a la cabeza y guardarlo. Luego le escribía algo como referencia. Si por ejemplo tarareaba ‘dara-dara-dara’, anotaba: ‘No la hagas sonar como tal canción’. ¡Me pasé a la modernidad!”.

REPRESENTANDO A TU PROPIA BANDA

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Desde hace varias décadas, Bobby y sus compañeros se encargan de los negocios de Overkill. Pero para su disco anterior, “The Grinding Wheel” (2017), contaron con la ayuda de un externo. “Ahora nos estamos manejando de vuelta nosotros, porque pensamos que podíamos hacerlo mejor. ¿La razón? Que no habíamos tenido errores… hasta que llegó ese tipo”, se vuelve a reír el vocalista.

¿Así que lo despidieron? “Digamos que nos dimos un apretón de manos y cada uno se fue por su lado. Es muy lindo tener el control de tu destino, y si sos corajudo, hay más oportunidades. Siempre me gustó esa parte del negocio del metal, y hay que considerarlo como tal: si no tuviéramos un balance económico positivo, no podríamos girar por Buenos Aires, y realmente queremos ir allá. Nos manejamos sin miedos. Hay algo muy especial en estar metido en el día a día de Overkill desde el management, la composición y la performance”.

Pero evidentemente, no todo fue color de rosas en la carrera del grupo: aunque se reencontraron con la estabilidad -especialmente desde la seguidilla de “Ironbound” (2010) hasta ahora-, hubo grandes peleas con las discográficas. Para el histórico “Horrorscope” (1991), producido por Terry Date, Megaforce le pidió una nueva “audición” a Overkill. Sí: aunque ya era el quinto disco de la banda y esas canciones se iban a convertir en clásicos, los cinco tuvieron que subirse a un escenario en Brooklyn y demostrar que tenían lo que se necesitaba.

“Me calenté como la mierda -recapacita el vocalista-, pero la idea de los temas es justamente estar enojado. De jóvenes éramos mucho más sensibles, y nos daba bronca que alguien de afuera decidiera sobre nosotros. Eso nos irritó incluso más e hizo que el disco fuera mejor, porque se notaba la agresividad. Al final terminó siendo una ventaja para Overkill, y no para el sello. Es algo que todavía siento en la piel: la rabia que aparece en ‘The Wings of War’ también nace de lo que pasó ahí”.

¿UNA RIVALIDAD NECESARIA?

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Según Bobby, ese sentido del desafío permitió que el grupo llegara a los casi cuarenta años de vida: por más que compartan escenarios con bandas amigas como Exodus y Testament, Overkill siempre se lo toma como un duelo. “Cuando lo veo a Gary Holt, le digo: ‘Espero que te salga todo bien, pero que a mí me vaya incluso mejor. ¡Quiero hacerte mierda! Creo que es necesario. Y aunque Chuck Billy estuvo de gira con nosotros en su primera etapa, no me rebajo frente a nadie. Teniendo esa competencia ganás vos, y también la audiencia. Es genial que un grupo como el nuestro aún tome esos desafíos. ¡Fue un largo viaje, man!”.

El problema es que esa rivalidad, a veces, se puede extrapolar a la propia banda. Porque como todos sabemos, un grupo es esencialmente un matrimonio entre cinco personas. Pero desde su adorada Nueva Jersey, el músico se encarga de tirar abajo el mito.

“Somos muy suertudos por venir todos de la misma zona, y por compartir los mismos principios. Cuando vas a distintos lugares te das cuenta de las diferencias en la forma de trabajar y en los diálogos. Incluso pasa con los pueblos de la Argentina: no todos son lo mismo. Nuestros abuelos vinieron de otros países y nos transmitieron su ética. Así que si hay diferentes opiniones, quedan en el ámbito privado. Overkill es un ente con una única voz, y no se hablan pestes del otro. Por eso estamos tan fuertes”.

Terry Date, que luego se haría famoso por sus discos con Pantera, también había producido “The Years of Decay” (1989). Ahí aparecía una de las canciones más distintivas del grupo: “Elimination”. Pero nadie imaginaba que, detrás de tanta agresividad, ¡se escondía el Gato Silvestre! La historia es así: justo el día que grabó las pistas de voz, Bobby había estado imitando al dibujo animado con su hijo. Por eso, sin darse cuenta, registró sus partes con un montón de zetas y un tono extraño.

“Terry nos hacía sentir tan cómodos que ni me di cuenta de que estaba cantando así hasta unas horas más tarde -simula la pronunciación-. No creo tener las cintas, porque no guardábamos todas las voces. Debería fijarme en el piso de arriba, porque quizás todavía existan”. ¿Se animará a imitar al Gallo Claudio?

UN LADRÓN MUY PESADO

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Alrededor de la grabación de “Bloodletting” (2000) también pasaron varias cosas. Poco antes, Bobby Blitz había sido diagnosticado con un grave cáncer de nariz, y tuvo que operarse urgentemente. Pero la máquina de Overkill no se detuvo. Ni siquiera lo logró el propio estudio, que les confiscó las grabaciones. Ellsworth tuvo que poner manos a la obra… ¡y robar sus propias cintas!

“Me estoy riendo tan fuerte que no sé si puedo responder a eso -aclara extasiado-. Como no nos habían entregado los tracks a tiempo, entré el lugar, los confisqué y los llevé a otro lado para que los mezclaran. ¿Querés saber cómo fue? Imaginame con una máscara, metiéndome con guantes a través del vidrio y en puntas de pie, para no hacer ruidos”.

La pregunta es obvia: ¿esa noche usó el mismo cuchillo que en el Hall of Fame? “¡No, sin armas! Somos gente pacífica -estalla en carcajadas-. Si los dueños del estudio se hubieran enterado, habría habido un lío bárbaro. Estábamos muy emocionados con Sanctuary, la compañía de Iron Maiden y Ron Smallwood. Entonces mi motivación era: ‘Si me convierto en ladrón, que al menos sea para que ellos me reconozcan’. Así que fue un trabajo necesario”.

Para “The Wings of War” no hubo que entrar a hurtadillas a ningún estudio ni pelearse con ingenieros de sonido. O al menos, no públicamente. “Hoy, una de nuestras armas secretas es (el guitarrista) Dave Linsk. Compongo mucho con él, porque le gusta replicar lo que yo hago, y viceversa. Así que cambió la dinámica en el grupo. Y teniendo a un baterista como Jason Bittner, no se puede pedir más: si le pedimos que toque una determinada parte, la hace mejor de lo que imaginamos. Aunque D.D. y yo seamos los eslabones con los que empiezan y terminan las canciones, él funciona bien con Linsk. Al ser dos polos opuestos, se complementan perfectamente”.

En el Overkill modelo ‘19, la composición parece fluir de forma mucho más natural que en discos como “I Hear Black” (1993), al que el propio Blitz cree que le faltó un golpe de horno. “Necesitábamos unos meses extra para entender mejor a los demás autores de las canciones -dice en referencia a la escritura-. Hoy, nuestra química es muy diferente que a la de ese álbum, a la de ‘Horrorscope’ o incluso a la de ‘Ironbound’”. Con el material a punto de salir, sólo restan un par de semanas para conocer los resultados.

EL REGRESO A SUDAMÉRICA

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Como ya confesó, el cantante adora tocar en nuestro país. Por eso, no le molesta visitarnos justo antes del estreno del disco. “Hay que tomar las oportunidades cuando llegan, y a nosotros se nos dio en este momento. No es que vamos cada dos años, como en otros lugares. Pero obvio que vamos a tocar temas de ‘The Wings of War’, porque es necesario mostrar dónde estamos hoy, y no solamente de dónde venimos. Es lo que más nos emociona e interesa, porque implica un riesgo. Todavía no presentamos el material frente a nadie, y por eso sigue siendo nutritivo sacar tantos discos”.

Así que ya sabes: si encontrás tallado el nombre de Overkill en algún baño público de Buenos Aires, seguramente lo hizo el propio Bobby Blitz. Y después de cuarenta años de carrera, no hay nada más meritorio que conservar ese espíritu adolescente.

Overkill tocará el jueves 31 de enero en El Teatro de Flores (Av. Rivadavia 7806, Buenos Aires), con Hamvides y Manifiesto como invitados. Las anticipadas se consiguen a través de TuEntrada.com.

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