Billy Sheehan cuenta los secretos de “Hot Streak”, y adelanta el show que filmarán hoy en Chile y que mañana traerán al Teatro Vorterix.
Por Fabrizio Pedrotti, para Rock.com.ar.
La mayoría somos escépticos a la hora de seguir a los supergrupos. Siempre existe la idea de que la banda podrá desintegrarse en cualquier momento, debido a los compromisos paralelos (o los egos) de sus músicos. Y hay ejemplos de sobra: Them Crooked Vultures y Superheavy editaron apenas un disco, Velvet Revolver solo dos, y Probot –aquel proyecto de Dave Grohl con invitados como Lemmy y Max Cavalera- quedó en la nada después de sacar una placa en 2004.
Por el lado de The Winery Dogs parece que sí podemos ilusionarnos: la banda publicó dos álbumes desde 2013 y dio más de cien shows antes siquiera de grabar “Hot Streak” (2015). “Después de tantos conciertos estuvimos más ajustados para entrar al estudio el año pasado –dice el bajista Billy Sheehan al otro lado del teléfono, después de una prueba de sonido en Belo Horizonte-. Cuando grabamos nuestro debut nos conocíamos bien y sabíamos cómo queríamos sonar, pero hacer una gira tan extensa nos sirvió para que la banda evolucionara. Ahora nos entendemos mejor y sabemos comunicarnos sin problemas sobre el escenario”.
-Richie Kotzen me había adelantado en 2014 que este iba a ser un disco trabajado más entre los tres, en lugar de tener a él componiendo prácticamente todo. ¿Resultó así?
-Absolutamente. Laburamos como una banda, es la manera más honesta y disfrutable. De esta forma también obtuvimos la mejor música, porque todos contribuimos y nos escuchamos. “Hot Streak” fue bastante llevadero porque además de que todos habíamos grabados varios discos antes, justo habíamos vuelto de esa gira larguísima con The Winery Dogs.
-Y lo interesante es que el ingeniero del disco fue Jerry Guidroz, que se encargó del sonido del tour. Así que deben haberse sentido cómodos con él.
-Exacto. Tenemos una pequeña familia musical y nos llevamos bastante bien, y todos están comprometidos con lo que hacen. Eso ayuda un montón. Él también operará el concierto de Buenos Aires.
-“War machine” era tu tema favorito el año pasado. ¿Identificás por qué?
-Es difícil de explicar. ¿Por qué te enamora más alguna chica que otra? Tiene que ver con los sentimientos, con algo que te toca de cerca. Hay un millón de razones y es imposible describirlas. En ese momento era mi preferida, y aunque mis elecciones cambian día a día, me sigue gustando. No hubiéramos publicado ninguna que no nos hubiera convencido a los tres, pero aparte de esa las que más me agradan son “Hot streak”, “Empire”, “Oblivion” y “How long”.
Esta última empezó como una idea de Sheehan, un poco influenciada por Rocco Prestia, de Tower of Power. “Tenía algo parecido armado desde hace mucho, pero de una manera distinta –relata el bajista-. Y en 2015 estábamos preparando los equipos en el estudio y empecé a tocarla. Mike se sumó, y Richie gritó ‘¡Ey! ¿Qué es eso?’, y también se incorporó al instante. Es una especie de estilo que Rocco usa con su técnica de 16 notas. Varias veces intenté aprender de él, así que debería agradecerle”.
-Poco después de la muerte de David Bowie lanzaron “Moonage daydream”. ¿La tenían grabada desde antes?
-Sí, la habíamos hecho durante las sesiones del primer álbum. Estábamos en el estudio, ya habíamos terminado nuestro trabajo y dijimos: “Toquemos algunas canciones que nos gusten”. E hicimos siete u ocho, y una era esa. Richie grabó las voces cuando Bowie falleció, porque todavía no habíamos llegado a esa instancia. Estamos muy felices de haberle hecho un tributo a un artista que nos influenció tanto.
EL DETRÁS DE ESCENA
Además de ser un gran bajista, Sheehan estuvo interesado en el audio y la electrónica desde 1972. Y eso se nota en el disco. “Solía tener todos los equipos y efectos montado en un rack en el estudio, pero como volamos a tantos lugares se me complicó para llevarlo. Por ende la empresa EBS me construyó un pedal especialmente para mí, que me da la mayor parte de esos sonidos –señala-. Y también tengo otros pequeños elementos que imitan lo que lograba con el rack. Es un setup bastante simple y efectivo: me permite llegar a un sonido enorme de bajo, y que a la vez las notas suenen claras”.
-Comentaste que el tema que da nombre al disco, “Hot streak”, tiene un estilo similar al del bajo de Stanley Clarke. ¿Con cuál canción de él lo asociás?
-Con una que estaba en “Romantic Warrior” (1976), de Return to Forever. Es un ritmo parecido al mío, pero creo que no con las mismas notas. Amo ese álbum con mi vida, y en su momento me encantaban Clarke y Jaco Pastorius. Ahora Stanley es amigo mío y nos vemos de vez en cuando, así que cuando me lo cruce le voy a decir que su trabajo me llevó a hacer eso.
-Con The Winery Dogs suelen componer los temas bastante rápido, incluso hasta 3 o 4 en un día. Pero “Empire” les llevó más de una semana y Richie casi lo terminó abandonando. Es curioso cómo algunas canciones fluyen y a otras hay que trabajarlas extremadamente.
-Sí, porque tienen que llegar a un punto en que las ames. A veces pensás demasiado, entonces lo mejor es parar un rato, que la composición repose y reintentarlo luego. Suele decirse que en los libros, la TV y las películas, el secreto está en la reescritura. ¡En la música también! Por ahí terminamos una canción e incluso la tocamos en vivo, y la rehacemos justo antes de grabarla. Muchas veces tuve a cantantes parados frente al micrófono, listos para dar todo en el estudio, y les dije que esperaran porque iba a reescribir el tema (risas). Es como la cocina: un día das vuelta la carne y tenés el bife perfecto, pero otros tenés que chequear que la temperatura esté bien y que no se pase. Para este álbum a veces teníamos las partes básicas de las canciones y unas semanas más tarde las reescuchábamos y decíamos: “¿Por qué no cambiamos esto?”.
-¿Van a lanzar esas maquetas de las canciones, como en el box set “Dog Treats”?
-Creo que todavía tenemos los demos de “Hot Streak”, así que veremos qué pasa. Eso depende más que nada del sello y de otras personas. En general grabamos de manera cruda todo lo que hacemos, para guardar las ideas. Por ejemplo, alguno de nosotros toma su iPhone o una GoPro.
-A “Oblivion” la hicieron en vivo antes de grabarla. ¿Hubo alguna otra que ya estuviera lista a priori?
-No, fue la única, al resto las compusimos en el estudio. A ésa la escribimos en un pequeño break que tuvimos en la gira. Como en aquella época habíamos publicado solamente un álbum, queríamos agregar un tema. Hacíamos “Shy boy” –de David Lee Roth-, o alguno de los de Richie, pero buscábamos tocar algo nuestro.
-Richie escribió las líricas del disco y propuso el título. ¿Tenían otras ideas de nombres?
-No, creíamos que ese quedaba bien. Aunque Kotzen se ocupó de las letras, nosotros ajustamos algunas cosas y le hicimos sugerencias. Más que nada con segmentos en los que estaba atascado o le faltaban algunas ideas.
-¿En qué temas?
-“Think it over”, por ejemplo. La parte de “If she gets cut somehow, I bleed” es mía. Y en “Empire” también colaboré. En algunos fueron cosas pequeñas, como una palabra de más o una manera distinta de cantar. Como vocalista, Richie tiene que concentrarse en cómo entona y además en las letras, así que a veces está bueno que tenga una visión ajena.
-En Facebook dijiste que preferís el primer disco antes que el segundo. ¿Te llega más?
-No es que lo prefiera. Simplemente siento que el debut fue algo interesante que salió literalmente de la nada misma. Nos juntamos en el estudio y… ¡bang! Ahí estaba. Fue el principio de The Winery Dogs. “Hot Streak” es la continuación y lo amo, pero el otro fue el primer paso que tomamos. Así que por eso tiene un lugar especial en mi corazón.
-Y con el segundo, finalmente, probaron que son una banda de verdad y no un proyecto paralelo…
-Lo demostramos cada noche. Desde el principio hicimos un pacto entre los tres: prometimos que íbamos a ser un grupo real y no un trabajo secundario para ganar dinero. Muchos músicos arman un grupo, sacan algo, se quedan con la plata y luego arrancan otra cosa. Pero nosotros ya lanzamos el segundo álbum, y seguro sacaremos más.
¡Vaya si les fue bien! “Hot Streak”, que salió en octubre del año pasado, llegó al segundo puesto de los rankings Billboard, en la categoría de Rock Moderno/Alternativo. Tiene trece canciones, y los llevó a encarar esta extensa gira latinoamericana: dieron seis conciertos en Brasil, uno en Paraguay y esta noche tocan en Chile. Además, mañana estarán en el Teatro Vorterix y luego harán tres fechas en México. Más tarde seguirán Europa y los Estados Unidos.
En la portada del disco se los ve a los tres músicos lanzando los dados y experimentando con las cartas. “No soy mucho de ir al casino, pero me gusta jugar con mis amigos –dice Sheehan-. Richie sí está más metido en eso. Cada tanto armamos un torneíto en el bus de gira”. Con tanto viaje, tiempo no les va a faltar…
DE TOKIO A SUDAMÉRICA, EN HD
-Al primer DVD de la banda lo grabaron durante el segundo show de la historia del grupo, en Asia. El día que se publique esta entrevista van a filmar uno en Chile. ¿Por qué eligieron ese país?
-No fue una elección nuestra registrar aquel concierto en Japón (risas). Lo había propuesto la compañía. Pudimos haber dicho que no, pero pensamos: “¿Qué importa? ¡Hagámoslo!”. Es interesante comparar el comienzo del grupo con dónde estamos ahora, y la forma en la que evolucionamos. Queríamos encontrar un espacio que fuera diferente del típico lugar en el que se graba un DVD, y la última vez que estuvimos en Santiago fue buenísimo. Me gustaría filmar en todas las ciudades. En Brasil fueron geniales conciertos, y estoy seguro de que en Buenos Aires será igual. Pero ganaron los chilenos (risas), así que lo vamos a hacer ahí. Todas las veces que toqué en Santiago fue grandioso.
-¿Se ponen más nerviosos al saber que van a grabar el show?
-No, pero hay más tareas para hacer. El día es mucho más difícil. La prueba de sonido es más larga, lo mismo que el testeo del video y las luces. Hay que chequear todo veinte veces, probar un sonido, intentarlo de otra manera, y así, y así y así. ¡Y así de nuevo y de nuevo! (risas). Eso dura por lo menos seis horas, y luego es el concierto. Por ende se trabaja como si fueran tres recitales. Es un montón, y muy dificultoso. Cuando se graba un DVD, la gente se piensa que ellos simplemente saltan, que la banda toca y que se filma. Pero es una jornada de 18 horas. Nadie se imagina lo complicado que es. Ya es súper complicado grabar el video de una canción; al ser un show completo es mucho peor, porque no hay segundas tomas ni formas de arreglar las cosas. Así que se debe hacer todo bien en la primera vuelta. Terminás destrozado y exhausto.
-¿Van a sumar algunas imágenes de Buenos Aires?
-No, el único lugar en el que estamos alquilando el equipo es en Chile. De otra manera tendríamos que incluir videos de iPhones o cosas así. Quién sabe si al final del año no grabamos también en otro lugar, pero por ahora será sólo en Santiago.
-¿Lo va a filmar un equipo chileno?
-Eso creo, pero desconozco. Un montón de gente me pregunta cosas relacionadas con la parte técnica de la banda y yo les contesto que no sé, y se frustran. No sé a qué hora empieza el show de esta noche, dónde vamos a estar tocando mañana, en qué hotel vamos a parar o a qué hora va a salir nuestro avión. Nunca me entero de los detalles porque no necesito conocerlos: sé que alguien más se está encargando de eso. Por lo que entiendo lo grabará un equipo de Chile, pero yo estoy concentrado en la performance y en tocar bien el bajo. Dejo que la crew y la gente de la producción me lleven al hotel y al aeropuerto. Así que les pido disculpas a todos cuando no sé esas cosas (se ríe).
EL CONCIERTO EN LA ARGENTINA
“Nos gusta mantener las cosas iguales noche a noche porque zapamos un montón e improvisamos, así que todo cambia aunque el tema sea el mismo”, dice Billy Sheehan sobre el recital de Buenos Aires, y usa una respuesta similar a las que da Ian Gillan con Deep Purple. “Eso ayuda a que el sonido y las luces estén instalados de manera correcta, porque los técnicos ya están al tanto de lo que va a suceder después”.
Por ende los argentinos podemos esperar una lista de temas que va a incluir unas ocho canciones del último disco, sumado a unas siete del debut y varios solos y zapadas. Las anticipadas ya están agotadas desde hace varias semanas, y en las redes sociales del grupo no paran de llover pedidos de entradas.
-Dijiste que varios de los shows que dieron durante 2014 y 2015 fueron horribles. ¿Qué había pasado?
-No sé si fue tan así, pero en algunos hubo mejores condiciones que en otros. Hice referencia a la acústica de algunas salas, o a que no pudimos escucharnos bien en el escenario. Muchos lugares configuran el audio de manera incorrecta y es complicado oírse. A veces también ponen una valla enorme entre el escenario y el público, y quedamos a varios metros. Es muy complicado darles la mano, por ejemplo. Para que una noche sea perfecta, todo tiene que sonar genial y la audiencia debe estar cerca. Eso es muy importante. Siempre me peleo con los organizadores y les digo: “¡Muevan la valla!”, y me responden que no pueden, así que entramos en una discusión. Eso puede arruinar un show, porque no te sentís conectado con el público. Para nosotros, el ida y vuelta con nuestros seguidores es lo más importante del mundo. Por suerte, en la Argentina eso no es un problema.