Fernando De la Rúa: “En mi gobierno hubo 0% de inflación”

El expresidente defiende las cifras de su mandato. Además, afirma que a él mismo lo afectó el corralito; y que Duhalde fue quien lo derrocó.

Por Fabrizio Pedrotti.

Entrevista realizada el 9 de octubre de 2012. Permaneció inédita hasta agosto de 2016, debido a los problemas judiciales del exmandatario.

En la calle, los manifestantes protestan: hay bocinazos, ruidos de tambores y gritos. El paisaje que se cierne sobre la calle Uruguay, a metros de la Av. Corrientes, es cautivante y parece peligroso. Sin embargo, él se siente seguro. Apenas unos centímetros de concreto y revoque -en las alturas de un cuarto piso- lo separan de esa multitud enardecida: puede observar todo desde la ventana sin que ellos sospechen.

Detrás de un escritorio oscuro e imponente, está el expresidente. Mientras termina de tomar su café, aprieta la mano con fuerza y saluda. Sus ojos poseen la misma tristeza que en diciembre de 2001, como si esa mirada hubiese quedado congelada en el tiempo por algún hechizo.

El paso de los años se le nota: a los 74, su rostro luce naturalmente más arrugado, las canas le cubren por completo la cabeza y tiene movimientos más lentos. Pero como todo político entrenado, sabe esquivar las preguntas incómodas.

Me tocó un tiempo muy difícil: Menem me entregó el país con alto déficit y recesión, y había un cuadro internacional muy complejo. Todo eso pesó en contra, porque costaba sacar a flote la economía. Teníamos en contra a organismos como el FMI, y acá había una conspiración interna. Renuncié para terminar con la violencia que había empezado en varios lugares del país, y por último en Capital. Me retiré para escribir. Estoy tratando de avanzar en mis memorias, pero cada vez que lo hago aparece una causa judicial que me exige atención. Ahora mismo estoy trabajando en la defensa por la Causa del Senado, que es inicua, vacía… una fantasía inventada”.

-¿Por qué? ¿Quién la inventó?

-Eso arrancó entre –el exdiputado Antonio- Cafiero y –el periodista Joaquín- Morales Solá, cada uno dice que “no le dio el dato” al otro. Cafiero decía que sospechaba algo, Morales Solá publicó que había versiones… y eso se fue retroalimentando. Entonces, por rumores y sospechas se armó uno de los mayores escándalos. Lo firmó un anónimo, sin valor alguno, y luego eso siguió creciendo. La lectura de ese documento llevó a la gente a creer que todo ocurrió. Y todos decían: “La gente cree, así que debe ser verdad”. Como el periodismo lo alentaba, el pueblo pensaba que era real. Ahora estamos en una instancia en donde es evidente que se va a demostrar lo insustentable de la causa, que empujó el juez Rafecas. Él vino a cumplir la misión política de plantar el caso, con argumentos inválidos. Realmente es todo absurdo y vacío.

“Fui objeto de ataques por respetar la libertad de prensa, no creo que haya habido igual amplitud en toda la etapa democrática –dice De la Rúa-. No  agredí a ningún medio, pese a las peores cosas. Ni a la revista Noticias, que me agraviaba a mí y a mi familia –lo dice por las escuchas a su hijo-, ni a Tinelli, que desangró mi imagen presidencial con sus burlas e imitaciones. El mensaje que quedó fue una gran lección para los periodistas: cuando hay libertad de prensa, la usan para destruirla y que caigan los funcionarios. Después lloran”.

-Recién mencionaba a la libertad de prensa. ¿Usted ve que está limitada en este gobierno?

-Sí, claro. Por la distribución de los fondos de publicidad, y por el gran aparato de publicidad oficial. Acá, la televisión es una herramienta de propaganda del gobierno. En mi mandato convoqué a periodistas que incluso eran críticos de mi gestión. En mi gobierno teníamos escasos recursos para eso, y el gobierno actual y el de Duhalde tuvieron infinitamente más, que usaron para mantener medios adictos y forzar las opiniones.

-Entonces, ¿qué opina de la ley de medios?

-Que está hecha para producir una gran concentración de poder en el gobierno, no en el Estado. La TV Pública es un canal estatal, no gubernamental. Todo eso tiende a debilitar algunos privados. Es cierto que a su vez se abusaron del poder ellos mismos, y ahora pagan las consecuencias. Pero el gobierno se reservó amplias opciones de reasignación, así que va a crear un aparato monstruoso.

-¿Un contra-monopolio?

-Sí, a favor del gobierno. Qué pasará después nadie lo sabe, a lo mejor se dispersa. Como se asignan muchos de esos medios a empresarios particulares o capitales privados, estarán con el kirchnerismo mientras dure y después seguirán su camino. A lo mejor, de acá a diez años, retoman una línea de independencia. Pero mientras tanto, sufrimos de un periodismo domesticado.

-Considerando esto, ¿qué diarios consume?

-Los leo en papel porque me gusta, y a veces en la web por la necesidad de actualizarme.  Así que veo casi todos. Estar informado es un deber cívico, así como es un deber del gobierno no dar formación adulterada. A Néstor y a Cristina les tocó una época extraordinaria. Todos dijeron que era la mejor etapa de la historia, por el ingreso de recursos internacionales. Con los problemas de hoy, da la sensación de que se desaprovecharon. Tenemos dificultades porque no hubo racionalidad: se apostó a los recursos para crear una base política, y hoy hay complicaciones para todos.

-¿Como cuáles?

-La inflación y el impuesto a las ganancias. Este último tiene un nivel desastroso para el salario, porque se lleva una parte sustancial y absorbe los aumentos. Tenemos un alto porcentaje de esa carga, lo máximo que se pueda imaginar de IVA, una suba del impuesto a los bienes y las retenciones a las exportaciones en los campos. La inflación es un impuesto en las sombras, o no oficial, pero que también se come el sueldo. Hay muchas dificultades. Yo tuve problemas serios, pero muchos indicadores fueron mejores que los actuales.

¿De inflación o de qué?

-¡De inflación tuvimos 0%! En un momento se nos negaba el crédito –internacional-, y tuvimos que manejarnos exclusivamente con recursos propios. Eso significó distribuir lo que había, que luego terminó siendo una rebaja de las jubilaciones. En realidad, fue como decir: “Esto es lo que el Estado puede pagar”. Fueron días dramáticos. Y por la libertad de prensa, no contábamos con la ayuda con la que hubiera contado el kirchnerismo. Así que después hubo un golpe de estado hacia mí. Hoy se asombran con lo que pasa con Lugo en Paraguay, pero eso pasó en mi caso.

-¿Y quién lo comandó?

-Duhalde, el cabeza de la conspiración del Justicialismo de la provincia de Buenos Aires. Algunos radicales lo ayudaban, directa o indirectamente.

-¿Por ejemplo?

-No quiero decir nombres a esta altura: creo que ya están registrados. Pero eran de la provincia. Durante mi gobierno hubo un proyecto de tomar el poder. Nunca creí que llegaran a tanto. Pero las movilizaciones estuvieron magnificadas, aquí en Buenos Aires hubo 1200 “protagonistas de la violencia”, que se trajeron al comienzo de la tarde del 19 de diciembre.

-¿Y de las muertes qué me contesta?

-Se dice que en la plaza hubo 39 víctimas, y se culpa al gobierno. Pero eso lleva a confusión. Hubo ocho en la provincia, por los líos que desató Ruckauf. Hubo siete en la provincia de Santa Fe. En algunos casos por la represión de las policías de esas provincias, o por los conflictos entre los manifestantes. Luego, pensaron que la caída de mi gobierno se iba a dar si había muertos en Plaza de Mayo. Hoy se sigue hablando de eso, pero no ocurrió nada así. Eso pasó sobre la Avenida 9 de Julio. Los hechos están para ser juzgados, y no hay prueba efectiva de que haya sido por la acción policial. Desde el gobierno no hubo ninguna orden.

-¿Y quién mandó a reprimir, entonces?

-Nadie. La policía actuó de acuerdo a la ley. La jueza dio orden a la policía, lo hizo saber al gobierno, de que la gente fuera ubicada primero detrás de la pirámide, después más atrás, hubo movimientos durante todo el día, así como hubo horas de calma. Después se recalentó el tema cuando hubo incendios sobre las cinco de la tarde, pero no hubo ninguna orden de perseguir ni golpear a nadie, todo lo contrario. Jamás mi gobierno hizo eso. Ahora, hubo un muerto en la Avenida de Mayo con motivos de disparos contra un banco, y la custodia contestó, y ese hecho ha sido ya juzgado, y creo que el acusado fue absuelto. Después hubo un muerto sobre el Obelisco, que se atribuye a gente de control policial, es decir no de los que estaban actuando, y otros tres muertos que algunas pericias muestran que no son muertos de bala, sino de un metal de cartucho de una escopeta, por lo que puede corresponder a las conocidas como “tumberas”. Es decir, al atribuir las muertes al gobierno se dio una visión unilateral y no se investigó a quienes trajeron y dirigieron la violencia.

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ANALIZANDO EL PASADO

-¿Cuáles le parecieron las fallas de su gobierno?

-Fue la situación, fundamentalmente. Porque, vuelvo a decirte, con el déficit, y la recesión… la falla estuvo en no haber logrado una confianza en la gente para que se reactivara la economía. El pueblo se refugió en sus ahorros y cayó la demanda. Eso fue negativo. En segundo lugar, no haber convencido al FMI de habernos ayudado; no haber seducido a los gobiernos de los grandes países. Teníamos tanta razón, que el FMI nunca fue más lo que era. Nuestro país se precipitó a la crisis porque se negaron a darnos mil doscientos millones de pesos. Mirá ahora como el FMI pone trescientos mil millones para Grecia, y otro tanto para España e Irlanda. Yo debía haber convencido a Bush cuando hablé con él, o a Keller (el Director del FMI), que luego fue presidente de Alemania y tuvo que renunciar. La vida tiene sus idas y vueltas. El poder no es eterno, y por eso siempre actué con humildad a lo largo de mi experiencia en la función pública. No tenés que creértela, porque hoy estás y mañana no. No hay nada más fantástico ni difícil que gobernar con austeridad, honradez, transparencia y respetando a los derechos.

¿Se arrepiente de algo?                                                                                                                          

-Sí, hay cosas de las que me retracto.

-¿Cómo cuáles?

-Tal vez involucren a personas, pero no quiero mencionarlas.

-No, pero me refiero a su accionar.

-Lo que pasa es que obrábamos como jugadas forzadas de ajedrez. A veces, para evitar el jaque, teníamos que mover piezas que no existían. Más que errores de los que me arrepienta, que los hay, hubo medidas que me dolió profundamente tomar.

-¿Como el corralito y el estado de sitio?

-Sí, exacto. Como nos manejamos con el principio “de déficit cero”, el dinero no alcanzaba para pagar los sueldos y las jubilaciones. El corralito fue inevitable, hasta algunos tribunales lo señalaron como un deber del gobierno. No hay algo peor que una corrida bancaria, porque produce un desastre para todos. Cuando se implementó, la mayoría lo aceptó. Lo que se reprocha es el “corralón” de Duhalde, que se apropió de los depósitos. Yo respeté las propiedades de cada uno. El año pasado, al cumplirse diez años de la caída de mi gobierno, algunos canales pasaron imágenes de gente golpeando los bancos, pero esos eran los días de Duhalde. Durante mi mandato hubo calma, porque la gente podía seguir operando. Y de ninguna manera quise decretar el estado de sitio, pero había tal desastre en las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos, que lo hice porque me lo pidieron esos gobernadores. Fue una advertencia de contención para los violentos. Nunca hubiera querido hacerlo. Quería llevar tranquilidad al país, pero el resultado fue adverso. Por eso, luego de que me derrocaron, todo eso desapareció.

-En una entrevista, usted dijo que no se escapó, que los que se escaparon fueron “Ibarra, Alfonsín y Duhalde”. ¿Por qué se justificó con hechos anteriores?

-No, no dije eso. ¡No pude haber dicho eso de Alfonsín!

-Sí, lo declaró en el documental “Yo Presidente”.

-¿Sí?

-La pregunta era por qué se justificaba con hechos anteriores…

-¿Con hechos anteriores? ¡Qué raro que yo haya dicho eso! Lo voy a chequear. Tengo la cinta por algún lado, pero hay que ver lo que diga yo y lo que diga Majul, que la editó.

-La grabación es clara. ¿Y qué le diría hoy a los afectados por el corralito?

-Que fuimos objetos de una maniobra financiera, y que lo hicimos para defender sus ahorros. No se confundan mi “medida transitoria de protección” con la apropiación del dinero, que la hizo Duhalde.

-En la época del corralito, ¿usted tenía fondos en los bancos?

-Sí. No sólo que los tenía y me vi afectado, sino que había vendido un departamento. Tenía la plata en dólares, y para dar el ejemplo lo cambié a pesos. Así que cuando vino la devaluación, me quebraron.

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EL EFECTO TINELLI

-Antes nombraba a las parodias de Videomatch. ¿Cómo lo afecctaron?

-No siempre seguía a la TV, pero deterioraron mi autoridad. La imagen de un presidente “limitado” reemplazó a la realidad. Entonces, costó recomponerla. Crearon a un De la Rúa distraído y ausente, y la verdad que los padecimientos de esos días fueron todo lo contrario. La Argentina es respetada, y mi gobierno también.

-¿Pero le daban repulsión, risa…?

-Me parece que me sacaron demasiado narigón (risas).

-Finalmente, ¿con qué sueña de acá al futuro?

-Los sueños son una cosa divertida, por suerte no tengo pesadillas. Mis sueños se caracterizan por ser buenos recuerdos. Una vez conocí a Borges en un restaurante, hace muchos años. Estaba parado esperando una mesa, y yo fui y lo invité a compartir una con Inés y conmigo. Se puso a contar sus sueños. Yo quería contar alguno mío, pero a él sólo le gustaban los suyos.

Por Fabrizio Pedrotti.

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