Soldati en El Emergente: ¿hay vida post Natas?

Sergio Chotsourian volvió a agarrar la guitarra, por primera vez en años, con su nueva banda. Crónica de un show semi-nostálgico.

Por Fabrizio Pedrotti, para la revista Jedbangers.

Foto: Emmanuel Silva.

“¡Qué recuerdos, la concha de la lora!”, grita Sergio Ch después de haber tocado “Brisa del desierto” y “Humo negro del vaticano”. “De todas formas, esto se trata del presente. El ahora es un regalo. Solo homenajeamos a una de las bandas más grandes de la Argentina”, agrega. Las doscientas personas que llenan el pub de Almagro lo apoyan.

La separación de Natas fue algo extraña. Después de haber tocado en un accidentado festival –llamado South American Sludge- en el Teatro de Colegiales en 2011, la luz de la banda se fue apagando, hasta que se comunicó su disolución.

El baterista Walter Broide se estableció en Poseidótica, grupo con el cual ya había colaborado. Gonzalo Villagra dejó el bajo, y se dedicó a producir. Y Sergio Ch le puso todas las fichas a Ararat, un trío más experimental, donde se encargó del bajo y la voz.

Pero no se puede ir en contra de uno mismo: todos intuían que, tarde o temprano, Chotsourian volvería a agarrar la SG roja que lo acompañó tanto tiempo. Y Soldati, la banda que formó con Lucas Cassinelli y Ranz Almendra, fue la mejor excusa.

Esta noche, en El Emergente, suenan temas que tranquilamente podrían ser parte de un disco de Natas: “Los secretos de Shiva”, “El pastor de las hormigas” y sobre todo “Un tren al sol”. Eso sí: Soldati tiene su propia personalidad, sobre todo desde la batería de Ranz y del audio líder del bajo.

No hay improvisaciones, y todo está cronometrado, como la película animada que proyectan. Hasta que, después de “La electricidad del árbol caído”, el frontman dice: “¿Quieren saber la verdad? Ensayamos un montón para que el tema encajara con la parte de la batalla de la peli… ¡pero no lo logramos! En lugar de eso, vieron de fondo a unos pitufos viajando en ácido”.

La nostalgia también aparece con “Soma” –que sirve de apertura- y en el cierre, con “Las campanadas”. Pero, tal como declaró Sergio, no hay mucho lugar para el pasado.

¿Qué sería lo ideal de ahora en más? Que Soldati se estableciera como una banda fija y con fechas seguidas, más que como un proyecto aislado. Y que, por sobre todas las cosas, grabaran material de buena calidad (las versiones lo-fi que editaron no le hacen justicia al grupo).

¿Queda algo después de Natas? Sí, pero hay mucho por demostrar. Esperemos que Sergio, Lucas y Ranz no se duerman en los laureles: las canciones y el sentimiento están.

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