Los suecos volvieron a Buenos Aires, esta vez para presentar “War of Kings”. ¿Hace falta tener que verlo detrás de un selfie stick?
Por Fabrizio Pedrotti, para Rock.com.ar.
Fotos: Mica Villalobos.
Durante “Rock the Night”, Joey Tempest sube las escaleras izquierdas del pullman y le da el micrófono a un guardia, para que lo ayude a cantar. El empleado sonríe. Unos temas más tarde, hace lo mismo con el del lado izquierdo. Y es solo uno de los mecanismos que el vocalista de Europe tiene para demostrar que es uno de los mejores frontmans de la historia.
“¡Hola, boludo! Sí… dije ‘boludo’”, se ríe mientras lee de su teleprompter unas cuantas frases en español, que repetirá hasta el hartazgo –y que, a la cuarta vez, ya sonarán fingidas-. “Qué gran noche. ¡Canten conmigo!”, comenta antes de “Carrie”, uno de sus hits marca Aspen. Pero para la banda, la posta está en el presente. De hecho, esta versión de Europe es mucho más visceral que la de los ochenta… y eso que son los mismos miembros.
En una entrevista de 2015, Tempest le había adjudicado ese logro a Chris Cornell y a Audioslave. También había afirmado que el lei motiv de su último disco, “War of Kings”, eran las peleas vikingas. El frontman había leído “The Long Ships”, de Frans Bengtsson, y se había interesado por las conquistas de los noruegos, los daneses y los suecos.
En el Gran Rex, esta noche las hordas no son de vikingos, sino de celulares, cámaras varias y trípodes. Aunque todos tengamos el derecho de vivir los conciertos “a nuestra gana”, el límite se termina cuando alguien que pagó dos mil pesos debe sentarse atrás de una señora que filma absolutamente todo el concierto… ¡con un palito de selfies!
Arriba del escenario, Tempest se da cuenta y apela a sus cartas vikingas: las travesuras con el micrófono –que hacen que se le caiga en “Hole in my Pocket” y se escuche un “¡plop!”-, la Les Paul en “Ready or Not” y “Days of Rock and Roll”, y el pedido que le hace al tecladista, Mic Michaeli, de que musicalice el “olé, olé” argentino.
John Norum, el ladero eterno del cantante, es una versión mucho más humilde de Ritchie Blackmore: sabe exactamente dónde lucirse y en qué momento llamarse a silencio. Sus minutos cúlmines aparecen en “Vasastan” y “Girl from Lebanon”, cuando las luces del Gran Rex por fin dejan de ser estáticas y el escenario toma más brillo.
El gran final llega con lo que todos esperábamos: “The Final Countdown”, aquel tema que escuchamos un millón de veces, pero que nos sigue poniendo la piel de gallina cuando oímos la introducción. Aunque esta noche no podrá ser… ¡porque el teclado sale disparado desde una pista!
¿Cómo puede ser que Mic Michaeli no toque el riff del mayor éxito de Europe, aquel que le permitió asegurarse su vida financiera, y la de sus hijos, nietos y bisnietos? Más allá de ese detalle imperdonable, los 90 minutos del show de Europe fueron los más profesionales que se vieron en estas tierras en los últimos meses. Por suerte, estaban todos los selfie sticks para grabarlos… ¿no?