Destruction: “Las religiones siguen dividiéndonos y generando odio”

Schmier critica los dogmas y recuerda cuando un acosador dijo ser su hermano. También explica por qué lleva toneladas de medicamentos en cada gira, y anticipa el show de septiembre en el Teatro Vorterix.

Por Fabrizio Pedrotti, para Rock.com.ar.

“Tuve muchos fans hostigadores: uno de ellos les contó a todos que era mi hermano y se metió en las redes a contactar a mis conocidos. Lo peor fue que, con ese pretexto, se mudó a la casa de un amigo en Noruega. Le advirtió: ‘No le cuentes a Schmier, porque aunque somos familiares tenemos problemas’. Hasta que un día mi amigo me llamó y me contó la situación, y le expliqué que era imposible, porque mi verdadero hermano vivía en Alemania -relata Marcel “Schmier” Schirmer, cantante y bajista de Destruction-. Encima inventó un montón de mierdas sobre mí en revistas y portales, y llamó a un restaurante que tenía. Les dijo que era de mi discográfica y que necesitaba hablar conmigo, así que los mozos le dieron mi número. Desde entonces, me llamó diez veces por día”.

Aunque parezca una historia de película, estas situaciones son más que comunes en el mundo de la música, y el metal extremo no está exento. Mucho menos si sacaste una quincena de discos y formás parte del Big 4 del thrash alemán junto a Kreator, Sodom y Tankard. “Tuve que cambiar de teléfono y todo… ¡fue muy difícil! A pesar de eso, aprendí que a los stalkers tenés que ignorarlos. Es gente con problemas psicológicos, pero pueden generarte líos inmensos. Supongo que es parte del precio de tocar en una banda”, agrega.

Tal situación llevó a Schmier -que comanda Destruction desde 1982- a escribir “Second to none”, que apareció en “Under Attack” (2016), su último disco de estudio con canciones inéditas. “La letra es muy importante porque muchos ignoran que internet es una herramienta muy poderosa para insultar, por ejemplo. Hay gente que se suicida por esos comentarios, así que es una situación muy triste”, completa desde el otro lado de la línea.

-Imagino que tu falso hermano ya está en la cárcel…

-No. Les dije a todos que era un acosador y que lo ignoraran, y la mayoría lo hizo. Todavía está tratando de contactarme, y cada tanto me manda un mensaje por Facebook o por Instagram. Me escribe: “Por favor, seamos amigos. Perdoname por lo que hice, estoy muy apenado”. A mí me gusta ser bueno con la gente, pero no podés dar el brazo a torcer con tipos así. No es lo que quiero para mi vida, y trato de mantenerlo alejado. Ojalá que algún día encuentre su propio rumbo.

-Otra de las canciones destacadas de “Under Attack” es “Elegant pigs”, que habla de las bandas que tocan con miles de pistas de fondo. ¿Siendo un trío, es difícil “competirles” sin backing tracks?

-Destruction hoy por hoy tiene el mejor lineup de su historia -se refiere al co-fundador Mike Sifringer en guitarra y al baterista Randy Black-, y estamos muy ajustados. En vivo hay un montón de energía cruda y talento, y nuestro sonido es honesto. Algunos grupos pueden sonar como en los discos, ¿pero cuál es el sentido? Si es un recital, la onda es brindar una propuesta distinta y dar una performance más provocadora. Cuando una banda suena tan prolija, tenés que pensar que capaz tengan diez pistas de fondo. Es muy triste, y aunque el rock siempre fue honesto, ahora hay un montón de mentirosos. El año pasado hubo un escándalo con Michael Kiske, de Helloween, en México. Ellos explicaron que usaron los tracks porque él estaba enfermo, pero mi pregunta es… ¿por qué el tipo va de gira con pistas grabadas? Hoy es muy fácil ser un estafador, y yo no quiero eso para Destruction. Hace poco vi a Judas Priest y a Iron Maiden, y no usan pistas. Siguen tocando todo, y esa es la verdadera esencia de la música para mí.

-En “Under attack” volviste a pegarle a la religión. ¿Notás cambios dogmáticos entre la época vieja y la actual?

-Sí, pero la situación no mejoró, sino que empeoró. La primera canción religiosa que escribimos fue “Curse the gods”, donde mencionamos a Alá, a Buda y a Jesucristo. Nosotros nos criamos en una zona muy religiosa de Alemania, y crecimos con principios conservadores. Por eso tratamos de salir de ese mundillo cuando éramos jóvenes. Los problemas en Europa se agudizaron porque llegan montón de inmigrantes desde países musulmanes, y hay líos entre ellos y los cristianos. Ocurre porque tienen diferentes creencias, y eso me demuestra que la mierda dogmática sigue separando a la gente. Vivimos todos en el mismo planeta, pero las religiones dividen a todas las naciones y esparcen el odio. Por eso creo que la situación empeoró.

HIMNOS DEL THRASH, PARTE II

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Schmier le levanta el dedo a sus acosadores.

La histórica banda alemana lanzó “Thrash Anthems II”, un disco con regrabaciones de viejas canciones, en 2017. Diez años antes ya habían editado el primer volumen de la saga, pero esta vez decidieron ir más allá: a gran parte de los temas los eligieron los fans. Uno de ellos fue “Frontbeast”, una rareza que sólo había aparecido en un demo.

“En ese sentido, no fue tan sorpresivo que la gente haya querido oírla de nuevo. Nosotros no estábamos tan seguros de que fuera lo suficientemente buena, así que tuvimos que reaprenderla y ver si funcionaba. Cuando armás algo junto a tus fans, es importante que tanto ellos como vos queden conformes. Al tocar una canción, es esencial sentirla en la piel. Asombrosamente, eso ocurrió cuando la rehicimos -explica Schmier en un inglés con dejos de alemán-. Tiene un feeling punk y crudo, y por eso nos gusta. Obvio que también había un montón de cosas que no habíamos escuchado en varios años, como ‘United by hatred’ y ‘Black mass’. A esta última no la habíamos tocado en más de tres décadas”.

-Lo gracioso fue que no recordabas las letras de temas como “Frontbeast” y “Black mass”, por lo que tuviste que llamar al exbaterista de Destruction y pedírselas…

-Exactamente, esa es la historia (se ríe). En internet estaban mal, y los primeros discos no las traían escritas. Así que Tommy Sandmann buscó en su sótano y encontró los manuscritos originales. Fue muy gracioso porque no pensé que él guardara eso, pero tenía incluso ropas viejas y nuestro primer contrato discográfico. También descubrimos que la letra de “Frontbeast” era mucho más larga. A veces necesitás ayuda para recordar ciertas cosas, y más si compusiste esos temas hace 35 años. ¡Yo tenía 16! Al tocarlas en vivo las retenés en tu memoria, pero con éstas fue más complicado. Esos objetos son parte de la historia de la banda, y algún día hasta deberíamos hacer un museo de Destruction.

-Claro, o un box set incluyendo ese material.

-Sí, estaría muy bueno. No lo hicimos todavía, pero hace poco relanzamos nuestros primeros siete álbumes. Semejantes archivos serían muy interesantes para un box.

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La primera formación de Destruction no le tenía miedo a las tumbas profanadas.

-Hace unos años hicieron un tour con Candlemass, y dijiste que fue horrible. ¿Qué pasó?

-Amo a la banda y a Messiah, su excantante. Nosotros estábamos a full, con una gira europea por delante, y los teloneros se habían caído. Así que los llamamos a porque somos amigos, y pensamos: “¿Y si juntamos ambos géneros? En los festivales, los fans siempre están abiertos a estas cosas”. Pero por esa razón, los seguidores de Candlemass no fueron a esos shows… y lo mismo pasó con los nuestros. Así que el tour tuvo muy poco público y fue una audiencia rara. Los miembros de Candlemass estaban muy apenados porque casi no vendían merchandising, y para mí fue horrible porque pensaba que en el metal había una comunidad más unida. Es obvio que el doom y el thrash están en diferentes extremos, ¡pero yo soy thrasher y me gusta Candlemass! Los reacios eran más que nada los fans del doom, que decían “no quiero ver a Destruction, tocan demasiado rápido”. Esa fue una gran lección para mí: hay que elegir inteligentemente a los grupos soportes. Personalmente fue una gira genial, pero no en cuanto a todo lo demás.

EL ENFERMERO DEL METAL

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¿Automedicarse? ¡Obvio que sí!

-Tus amigos te dicen “Doctor Schmier”, porque siempre viajás con un montón de medicamentos y hasta cosas para controlar la presión arterial. ¡Incluso una vez auxiliaste a Overkill! ¿En qué otras situaciones te fue útil?

-(Estalla a carcajadas). En los tours nos puede pasar de todo, así que desde joven tengo aspirinas, antibióticos y penicilina. Por ejemplo, sirven si tenemos una infección en la garganta y se nos complica cantar. Así que empecé a “coleccionar” material, porque cuando envejecés vas llevando más y más cosas. Al principio salvé a un montón de mis amigos dándoles preservativos, porque andaban “divirtiéndose” con personas extrañas mientras sus novias estaban esperándolos en casa, así que no llevaban protección. ¡Salvé a un montón de personajes del heavy metal de que no se contagiaran enfermedades de transmisión sexual! Pero en general llevo todo eso para ayudar a mis compañeros, a la gente de la crew y a las demás bandas. Estando de gira, siempre me preocupo por la “familia”. Hace dos años, en un tour por los Estados Unidos, me corté muy profundamente el dedo y no tenía nada para arreglarlo. Así que yo mismo tuve que volver a ponerlo en su lugar. ¡Fue terrible! Parecía Rambo, y definitivamente no estaba preparado para eso (risas).

-Ojalá no tengas esos problemas en la Argentina. ¿Cómo va a ser el setlist del show del Teatro Vorterix?

-Vamos a hacer canciones de “Thrash Anthems II”, clásicos y temas que no tocamos allá antes -el grupo vino por última vez en 2011-. Obviamente van a haber cosas de “Under Attack”, así que será una gran mezcla. Durará entre una hora y media y dos; va a ser un recital largo y con sorpresas. En la Argentina pasa algo distinto del resto del mundo, porque ustedes cantan los riffs. Es algo único, y nadie más lo hace. Así que estoy ansioso por volver allá.

-¿Vas a venir con tu farmacia portátil de medicamentos?

-¡Obvio! Cuando vayamos a Sudamérica voy a llevar antibióticos para el estómago, porque muchos tienen problemas con eso cuando van a un país desconocido. También pastillas para la diarrea y otras para no apunarnos en las zonas de mayor altitud. En general me armo botiquines personalizados para cada gira. Los de la aduana me miran muy mal porque me ven con una valija llena de pastillas y medicamentos, pero es por la seguridad de todos. ¡Por lo general, en mis tours nadie se enferma! (risas).

Destruction tocará el sábado 29 de septiembre en el Teatro Vorterix (Av. Lacroze 3455). Las anticipadas cuestan $900 más costo de servicio, y se consiguen a través de AllAccess.

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