The Rasmus: “Antes nos robaban las plumas, y ahora nos las regalan de a docenas”

El cantante Lauri Ylönen habla sobre su símbolo insignia y los problemas que sufrió con él en Latinoamérica. También charla sobre la metafísica de «Dark matters» y cuenta que se avergüenza de algunas de sus viejas canciones, antes de tocar el viernes en el Teatro Vorterix.

Por Fabrizio Pedrotti, para Rock.com.ar.

“Leer sobre universos paralelos te ayuda a poner los pies sobre la tierra, irónicamente. Ves cuán pequeño sos y lo insignificantes que son tus problemas -explica Lauri Ylönen antes de dar el último show de su gira europea-. A veces te centrás demasiado en vos mismo y te tomás las cosas muy a pecho, y está bueno irte al espacio, mirarte a vos mismo y fijarte qué es realmente valioso. Por eso me fascina la ciencia, y por otro lado me da bronca que aún no comprendamos muchas cosas”.

Esos pensamientos inspiraron fuertemente a Lauri: el título de “Dark matters” (2017), el último disco de The Rasmus, hace referencia tanto a las situaciones sombrías como a la materia oscura, esa energía del universo relacionada con la metafísica y la cosmología.

En los cinco años que pasaron entre “The Rasmus” (2012) y su nuevo lanzamiento, sucedió de todo en la vida de él y sus compañeros. El propio cantante se mudó a Los Ángeles, mientras que el bajista Eero Heinonen se trasladó de Helsinki a Sydney para estudiar una de sus grandes pasiones: el cine.

“Es importante que cada uno aproveche su vida al 100%. De hecho, lo alenté a Eero para que se anotara en esa escuela, aunque ahora todo es complicado porque él vive en Australia, yo en los Estados Unidos y el resto en Finlandia -se ríe el vocalista-. A veces, antes de tocar una canción en un programa de televisión, tenemos que volar desde distintas partes del mundo para ensayar algo que termina durando tres minutos”.

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Del otro lado del teléfono, Lauri cuenta que siempre tuvo el sueño de mudarse a otro país. “Pasé mucho tiempo en varios lugares, pero nunca los pude llamar ‘mi hogar’. Elegí Los Ángeles porque es una capital musical muy grande, así como de todo tipo de artes. En los últimos sesenta años desarrollaron un montón la arquitectura, y me encanta. También tengo muchos conocidos que trabajan en el negocio del cine, como directores o compositores. En ese sentido me fue fácil mudarme, pero cambió mi manera de ver el planeta. Ahora aprecio mucho más la belleza de Finlandia. Es gracioso cómo funcionamos los humanos. También puedo observar los problemas del mundo de una forma distinta, porque los experimento yo mismo”.

-¿Por ejemplo?

-El accionar del presidente norteamericano (risas). Si sólo leyera lo que dicen los medios, mi visión sería sesgada. Ahora tengo amigos que me cuentan sus opiniones, charlo con ellos y vivo sus conflictos en carne propia. En cuanto a Finlandia, al alejarme entendí más los prejuicios que existen, porque soy finés y mi mentalidad es de allá. Es una manera de ser muy diferente de la norteamericana, no puedo explicarla.

-Recién nombrabas tu pasión por la arquitectura. Tenés varios proyectos, como una colección de diseños para la empresa Vallila. ¿Cuán importante es hacer algo paralelo a la banda?

-Es mi manera de relajarme, la llevo adentro y me encanta leer sobre eso. Cuando viajo me hago un tiempo para observar edificios históricos o interesantes. En la arquitectura hay una conexión con la música, porque son dos ramas diferentes del arte. Cuando creo un boceto me fijo por qué lo hago, qué impulsos me mueven. Pasa igual con las canciones, es sorprendente cómo una idea tan chiquita se transforma en un disco o en un edificio. Si empiezo a diseñar una casa, puedo tener un borrador para una esquina del living, pero arranco a dibujarlo y se convierte en algo diferente. En la música, a veces junto tres pedacitos muy pequeños de melodías o sólo un par de palabras, las repito, las doy vuelta y sale una canción. Eso es lo divertido: que nunca sabés en qué va a terminar, y tenés que experimentar para lograr algo copado. Aunque parezca simple porque sólo es rock y pop, es un proceso muy artístico.

MI AMIGA, LA OSCURIDAD

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El último disco de The Rasmus no sólo significó una vuelta al ruedo, sino también a sus raíces clásicas. Aunque el grupo se haya formado en 1994 y salieron otros ocho álbumes antes de “Dark matters”, recién en 2001 -con “Into”- se metieron a fondo con los sintetizadores y los sonidos melancólicos. Luego llegó el exitoso “Dead letters” (2003), que los terminó de consagrar en el mundo con canciones como “In the shadows”, “Guilty” y “First day of my life”.

Aún quince años después de su grabación y con varios lanzamientos en el medio, no sorprende que hayan vuelto a usar el viejo logo y una imagen lo-fi en la tapa. “En el fondo de nuestras mentes, nos sentimos como cuando escribimos ese disco y ‘Hide from the sun’ (2005). Las influencias de los 2000 estuvieron ahí, casi sin ser conscientes”.

-Escribiste “Black days” sobre estar alejado de tu hijo mientras te vas de gira. ¿Cómo lidiás con eso en tours tan largos como el actual?

-(Piensa). Hoy todos en la banda tenemos familias. Es muy diferente a hace varios años, que sólo me preocupaba por mí. Ahora me toca encargarme de la vida de alguien más, y es una responsabilidad muy grande. Me genera un montón de emociones hermosas y también estrés. Pero por ejemplo, recién me mandaron un video de mi hijo haciendo por primera vez “rrrrrrrrrr-rrrrrrrr” (imita el sonido). Me reí mucho, porque hace más de un mes que no lo veo. Es una “tristeza positiva”, y me da la energía necesaria para hacer más conciertos. Son sentimientos muy fuertes para escribir letras, y cuando estoy lejos de las cosas aprendo a apreciarlas más. Es también lo que te decía sobre Finlandia. Llego a pensar: “¿Qué pasa si lo pierdo?”, y me doy cuenta de la importancia. Durante esta gira europea estuvimos escribiendo un montón de canciones, y fue genial y muy inspirador pasar tanto tiempo con los fans. Incluso ahora, al hablar con vos, estoy cerca del lugar del show y ellos me miran mientras hacen la fila, pensando: “¿Por qué carajos se queda frente al colectivo de gira?” (risas). Creo que estos cuatro o cinco temas suenan como el viejo Rasmus. Me encanta eso, y está bueno tener los pies sobre la tierra. Tocar en estos lugares rockeros e íntimos es ‘la posta’”.

-Entonces, imagino que no falta demasiado para el nuevo disco.

-(Piensa). Sí, pero cada vez que prometo algo tarda en concretarse, aunque ya hay varios conceptos. Lo que también es importante, aparte de las canciones, es que el grupo se sienta bien. Todos los días hablamos sobre las posibles portadas y los videos, así que no creo que falte tanto, pero con nuestra banda siempre lleva más tiempo. Por ejemplo, vamos a lanzar el álbum en varios países y trataremos de coordinar para que en todos se estrene al mismo tiempo. Cuando se termine de grabar, van a pasar al menos seis meses hasta que se lance. Es algo bastante ridículo en un mundo en el que todo avanza tan rápido.

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-Claro. Los sellos siempre evalúan la mejor fecha para que salga desde el punto de vista del marketing, así que cuando empezás a girar, las canciones ya son “viejas”.

-Exacto, totalmente de acuerdo. Pero por otro lado, en este tour hay temas con veinticinco años, y eso es verdaderamente antiguo (risas). A veces me averguenzo de algunas canciones porque pienso que las letras eran demasiado infantiles, o siento que no están buenas. Por otro lado, tenía quince o dieciséis cuando las escribí: aunque soy la misma persona, estaba arrancando mi vida y no sabía mucho. Ahora tienen otro significado en lugares como el Reino Unido, porque ellos entienden las letras al 100%. Hay un tema en el que hablo de no ir a la escuela cada lunes -se refiere a “F-F-F-F-Falling”-, y no compondría eso ahora, pero debo aceptarlo porque es parte de mi juventud y de lo que fui.

-¿Y seguís disfrutando de cantarlos en vivo?

-Sí, y hay una parte acústica en la mitad del show donde nos ponemos a hacer cosas que nos piden los fans, generalmente a través de carteles o cantitos.

-Como “Sophia”, ¿verdad?

-Claro. Esa fue complicada porque nadie se la acordaba, pero nos divierte improvisar sobre el escenario y aflojarnos. Después hay otra enteramente en finés, que la escribimos en una fiesta casera muy borrachos a los quince (risas). Es una letra muy divertida sobre sexo, y fue muy gracioso ver a los ingleses intentando cantarla. Nuestro público intenta pasarla bien, más que cortarse las muñecas. Aparte de que tengamos letras oscuras, la música trata de levantarte el ánimo. Hablamos de cosas muy tristes y dolorosas, pero si tenés problemas y escuchás música feliz, por lo general te sentís peor. En muchas canciones podés encontrar un alma gemela o un compañero, y es muy reconfortante. Esa emoción termina sacándote adelante y dándote alas, como me pasó a mí con el videito de mi hijo.

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-Ya que mencionás las alas, ¿cómo fue que empezaste a ponerte plumas en la cabeza?

-Creo que la primera vez fue hace veinticinco años, tenía el pelo blanco y eran del mismo color. Para mí son un símbolo de libertad, casi una herramienta mágica. Cuando las uso hago cosas que en la vida real no puedo, son como mi especie de alter-ego de superhéroe (risas). Hace bastante que no me las pongo, pero ahora tengo una colgando del cuello. El colectivo está lleno de plumas y de objetos relacionados con los cuervos, porque todas las noches los fans me regalan eso. Así que tengo una pila de plumas que no sé dónde poner (más risas).

-¿Es verdad que en un momento te las robaban?

-Sí, de hecho pasó la primera vez que fuimos a Latinoamérica. Ahí se me abalanzaron y me empezaron a tirar del pelo para arrancármelas. Fue con buenas intenciones, aunque en ese momento sentí que era demasiado (risas). Una vez también robaron mi sombrero y me enojé mucho. ¡Si realmente querés a alguien, no hacés esas cosas! Puede ser “cool” tener algo así… pero es cruzar un límite.

-En conclusión, lograste algo increíble: al principio los fans te arrancaban las plumas de la cabeza, y ahora te las regalan de a docenas.

-(Carcajadas). ¡Buen remate! Y estoy muy ansioso por volver a la Argentina, más que nada porque en la gira europea dimos unos seis shows por semana, despertándonos cada día en una ciudad distinta. Así que vamos a llegar allá muy afilados.

The Rasmus presentará “Dark matters” el viernes 9 de noviembre en el Teatro Vorterix, con Le Temps como invitados. Las entradas se consiguen a través de AllAccess.

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