¿Qué pasó realmente detrás de la caída del gobierno? Dan su versión los expresidentes Fernando De la Rúa y Ramón Puerta, y el exministro Domingo Cavallo. 17 años después, VICE reconstruye los días más oscuros de una nación en llamas.
Por Fabrizio Pedrotti, para VICE.
Buenos Aires, Avenida Gaona al 4600. El 20 de diciembre de 2001, el país estaba ardiendo. En toda la Argentina había saqueos, heridos múltiples y una devastación total de las instituciones. Después de desbaratar un local del supermercado Maxiconsumo, unas 300 personas robaban por completo un local coreano. La imagen que se veía en varios canales quedó en la retina de los argentinos: el dueño llorando a gritos porque no había policía ni fuerzas de seguridad que detuvieran semejante batalla campal.
¿Pero qué fue lo que pasó en esos meses? ¿Hubo alguna influencia del poder político y mediático detrás de la caída del gobierno? VICE se dio a la tarea de reconstruir la historia.
El 29 de noviembre de 2001, muchos inversionistas decidieron extraer sus depósitos de los bancos, y se generó una fuga de capitales sin precedentes. A los tres días, el entonces Ministro de Economía Domingo Cavallo anunciaba el famoso “corralito”, una medida en la que los ahorristas podían retirar unos pocos pesos por mes. Lógicamente, el malestar fue generalizado. Protestas, piquetes y saqueos hicieron que la crisis no fuera sólo económica, sino también política: el gobierno de Fernando De la Rúa tambaleaba.
“En general todos, incluyendo los presidentes de los bancos, me pedían una medida así. Ahora se hace mucho hincapié en el corralito, pero no generaba mayores problemas. Primero porque la gente podía retirar hasta 1000 pesos, y comprar y hacer sus pagos —explicaba Domingo Cavallo en 2012, mediante una videollamada desde los Estados Unidos—. No se le retuvieron los depósitos a nadie, y se podía pagar con transferencias bancarias y con tarjetas. En fin, lo del corralito fue sólo una anécdota. Lo terrible fue que luego se utilizó para llevar adelante el objetivo del golpe: la pesificación, el congelamiento de los depósitos… ¡Fue un robo que le hicieron a la gente! Trataron de confundir diciendo que ocurrió como consecuencia de mi corralito, pero no tuvo absolutamente nada que ver”.
Desde su despacho en el centro porteño en 2013, el expresidente Fernando De La Rúa coincidía: “El corralito fue inevitable, hasta ciertos tribunales lo señalaron como un deber del gobierno, porque no hay nada peor que una corrida bancaria. Algunos canales pasaron imágenes de personas golpeando las persianas de los bancos, pero esos fueron los días de Duhalde. En los míos había calma porque la gente podía seguir operando. Yo no sólo tenía fondos en los bancos y me vi afectado por el corralito, sino que había vendido un departamento que estaba en dólares, y para “dar el ejemplo” lo cambié a pesos. Así que cuando vino la devaluación, me quebraron. Le contaría al pueblo que fuimos objeto de una maniobra financiera, inspirada por el FMI, por los factores de los intereses de acá, y que fue para defender sus ahorros. Y que no confundan esa “medida transitoria de protección” con la apropiación de los depósitos que hizo Duhalde para la devaluación y la pesificación asimétrica, que favoreció a los grandes grupos económicos. Eso no lo hice ni lo hubiera hecho”.
Ramón Puerta, ex Presidente Provisional del Senado y aliado de Duhalde, fue Presidente de la Nación por dos días. Asumió una vez que renunció De la Rúa y al no haber vice: Carlos “Chacho” Álvarez se había bajado unos cuantos meses antes, dejándolo a Fernando sin un ladero.
Sentado en su despacho privado en la Cámara de Diputados —en la que contaba con una camada de asesores—, Puerta contradecía a ambos entrevistados. “No fue así. En menos de un año y medio, Eduardo Duhalde dejó un país totalmente normalizado. Consiguió corregir errores y encaminar la Argentina en una buena dirección. Si bien Néstor y Cristina quisieron instalar que la historia empezó en 2003, no fue así. La buena época comenzó una vez que renunció De la Rúa”.
DIGNO DE UNA PELÍCULA BÉLICA
Los hechos de 2001 parecían de un film de ficción. El 19 de diciembre, quien fuera presidente entre 1999 y ese año declaró el estado de sitio. “Hay medidas que me dolieron profundamente, pero que hubo que tomar”, relataba en esa misma oficina, en la que encabezaba un estudio de abogados. “De ninguna manera quería decretar el estado de sitio, pero había tal desastre en las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos, que fue por pedidos de esos gobernadores, para que la Nación les diera asistencia y fuera una advertencia de contención para los violentos —recordaba De la Rúa—. Me planteé que aún doliéndome, era un deber para llevar tranquilidad al país. El resultado fue adverso. Cuando hay una conspiración no actúan las fuerzas naturales de la sociedad, sino las organizadas. Por eso, luego de que me derrocaron, todo desapareció”.