El grupo norteamericano presentó “Grimmest Hits” en Buenos Aires, en un concierto con mucho ruido pero también muchas nueces.
Por Fabrizio Pedrotti, para Rock.com.ar.
Zakk Wylde escribió “Suicide Messiah” inspirado en Scott Weiland, el exlíder de Stone Temple Pilots que falleció luego de una larga lucha contra las adicciones. Pero lo notable es que se editó en “Mafia” (2005), diez años antes de que la leyenda del grunge falleciera por esa causa.
Por ende, no sorprende que aparezca también en escena un plomo con un megáfono a recitar (o gritar) varias partes del tema. Pero el verdadero significado, para muchos en el Teatro Vorterix, pasa desapercibido. Y es en esas situaciones cuando se produce la verdadera chispa entre Wylde y su público acérrimo.
Porque todos sabemos que Zakk no es una persona de muchas palabras: en el show de Buenos Aires apenas presenta a los músicos que lo acompañan (John DeServio en bajo, Dario Lorina en guitarra y Jeff Fabb en batería) y todavía queda el recuerdo de cuando, hace un año y medio, echó a último momento a todos los fotógrafos del recital de Zakk Sabbath en Groove. Por su lado, hoy DeServio quiere captar la atención de todos los que tienen las cámaras en la mano y tiene una actitud más que histriónica.
Wylde es uno de esos líderes innatos, carismáticos y naturales. Por eso es una lástima que esta noche sus solos queden opacados por los demás instrumentos (en canciones como “Genocide Junkies”, “Funeral Bell”, “Bleed for Me” -una de las que tiene a Fabb como protagonista- y “Heart of Darkness”), y que haya que hacer un esfuerzo enorme para oírlos. Pero a partir de “Trampled Down Below”, del notable “Grimmest Hits” (2018), el volumen de su viola empieza a distinguirse más.
El sonido también juega una mala pasada cuando Lorina y luego Wylde se sientan en el piano: el bajo retumba en toda la sala, como si los operadores no tuvieran en cuenta que el ambiente es mucho más tranquilo y que los graves se convierten en una bola.
El otro momento sentimental, además del dedicado sutilmente a Weiland, aparece en “In This River”, con las típicas banderas de Dimebag Darrell y Vinnie Paul. Lejos de parecer un acto de demagogia, esta tradición de sus conciertos habla mucho más de lo que podrían decir las palabras.
Otro de los temas de “Grimmest Hits” que conforman la lista es “A Love Unreal”, y es uno de los puntos altos del show. ¿Por qué? Porque con sus diversos matices sería una gran canción para resumir la carrera del grupo.
Para el final llegan el talkbox y las pelotas inflables de “Fire it up” (que algunos suertudos se llevan a sus casas), con una incursión de los dientes de Wylde sobre las cuerdas. “Concrete jungle” y la pegadiza “Stillborn” terminan de redondear un show de rock con todas las letras: más de dos horas de concierto, una escenografía completa, mucho ruido y también muchas nueces. ¿Qué más se puede pedir?