Hernán Sforzini logró algo impensado: que Sly & Robbie y Roots Radics, las bandas «competidoras» del reggae, se juntaran en «The Final Battle». Rock.com.ar charló con él sobre el proceso, que incluyó cantantes de lujo, juegos de dominó… y hasta encuentros con extorsionadores.
Por Fabrizio Pedrotti, para Rock.com.ar.
“¡Bomboclat!”, escucha Hernán Sforzini a sus espaldas, con un grito amenazador. Aunque hace pocos días que llegó a Jamaica, su conocimiento le permite entender que está en graves problemas. Dentro del patois -el slang que se habla en la isla-, la palabra expresa desacuerdo o enfado… pero de una manera extrema.
“¡Bomboclat!”, vuelve a oír, mientras se enfrenta a cara con su agresor. “No se pueden sacar fotos aquí, sos un irrespetuoso.Tenés que darme plata”, le espeta el jamaiquino. “¡Pero si yo pedí permiso!”, responde Sforzini, quien sólo quería capturar una pintura rasta que había en un portón rojo.
El argentino saca un dólar de su bolsillo y recibe un golpe en la mano. “¿Qué pensás que hago con esto? Tenés que darme diez”. Hernán intenta hacerle entender que él es argentino (y no norteamericano o europeo), y que diez dólares son mucho dinero. Justo cuando piensa que todo se está calmando, alguien más grita “¡bomboclat!”: llega un secuaz del extorsionador.
Acto seguido, Sforzini está en su auto buscando el dinero, con los atacantes a cada lado de la ventanilla. Como puede, acelera y se escapa. Pero sólo momentáneamente, porque la pesadilla sigue más tarde.
“Eso fue a las nueve de la mañana, y mi día ya arrancaba así -explica riéndose Hernán, de regreso en la Argentina y con “The Final Battle” recién editado-. En Jamaica estuve de aquí para allá, visitando a músicos con los que había trabajado, y me encantó la vibra. Reconfirmé que ahí realmente viven las raíces del reggae, y fue como llegar a la universidad en donde nació todo. ¡La rastaman vibration existe, y yo la sentí!”.
“Don Camel” -como también se lo conoce a Hernán Sforzini- ya había tocado con muchos artistas de renombre: Steel Pulse, Israel Vibration y The Congos lo tuvieron en sus filas en varios de sus shows, y es un peso pesado en la escena latinoamericana. También había producido “Hemp!” y “El Álbum Verde”, una serie de homenajes a los Beatles en clave reggae. Entre los participantes estaban Groundation, Don Carlos, Yellowman y Ali Campbell (UB40). Pero esta vez, con “The Final Battle”, iba a ir mucho más allá.
JUNTANDO A LAS LEYENDAS
Volvamos al origen de este disco. “Cuando supe que Sly & Robbie llegaban a la Argentina por primera vez en cuarenta años, sentí que iba a ver a mis superhéroes. Yo ya había estado con Flabba Holt -bajista de Roots Radics- unos meses antes, y sabía que ambos grupos habían tenido una rivalidad muy fuerte. Los Radics poseían la hegemonía y eran el grupo de estudio con el que grababa la mayoría, hasta que los otros aparecieron siendo un poco más innovadores y progresivos. Así que se me ocurrió hacer un disco que los juntara por primera vez”.
De ahí, Sforzini fue a cenar dos noches seguidas con Sly & Robbie, para ganarse su confianza. Los músicos querían conocerlo, saber qué había hecho y charlar. Al día siguiente, Robbie le dijo que aceptaban la propuesta, y le pidió que los fuera a buscar ya mismo para grabar. “Eran las nueve de la mañana, y a las once tenía que estar ahí. Fue todo muy rápido y espontáneo. Cuando tuve su ok lo llamé a Flabba, la contraparte, para comentarle. Me dijo: ‘Suponía que este disco iba a suceder en algún punto, pero no me imaginé que ibas a hacerlo vos, un argentino. Yo ya estoy listo, ¿cuándo venís a Jamaica?”. El sueño de Hernán tomaba forma.
Ese mismo domingo se grabaron las seis canciones instrumentales de Sly & Robbie. Al otro día, el legendario Lee Scratch Perry también estaba en Buenos Aires, y Sforzini lo contactó. “Voy a ir al estudio a bendecir ese disco”, le respondió el genio del dub. Cuando encastraron esas piezas, Don Camel comprendió que el proyecto era realmente viable. Luego grabaron Horace Andy, Ken Boothe y Mykal Rose; y tal como le había pedido Flabba, el argentino viajó a trabajar con los Roots Radics en Tuff Gong -el estudio de la familia de Bob Marley-.
Las anécdotas no terminan ahí. “Max Romeo vive en el medio del campo, fuera del radar del GPS, así que me guió con su camionetita, encaramos para arriba de la montaña y llegamos hasta la última casita. ¡Es un lugar recontra rasta! Toots Hibberts -de Toots and the Maytals- quería reversionar un tema, pero le dije que eran todas canciones nuevas. Al principio no quería escribir otra letra, y le dije: ‘Dale, amigo, ¡sos Toots! Te salen bien’”, se ríe Sforzini. El septuagenario terminó accediendo, y cierra el disco cantando “To You”, un inédito que le dedicó su hijo.
“Verlo en el estudio fue una de las situaciones más locas. En otro momento grabé percusiones con Bongo Herman -que trabajó con Bob Marley- mientras Chinna Smith, Flabba y los Mighty Diamonds nos miraban desde el control de Tuff Gong. Creo que nunca sentí tanta presión”. Hernán parece olvidar los que le pasó cuando los atacantes le gritaban “¡bomboclat!”.
PLANTANDO ÁRBOLES CON LEE SCRATCH PERRY
¿Cómo siguió la historia con los extorsionadores? Una vez que escapó del pueblo y se internó en la exuberante selva jamaiquina, Sforzini bajó en un puesto que vendía cocos, mandarinas, bananas y hasta marihuana. Desayunar en medio de la jungla era el plan perfecto para olvidarse del mal trago. Al rato sintió el ruido de unas piedras: el primer hombre lo había seguido varios kilómetros, y quería cobrarse su deuda a toda costa.
“Y el vendedor de cocos, que vio todo, me aconsejó que le diera lo que me pedía, porque sino me iba a romper el auto. Parecía una película, así que pagué las frutas con cien dólares, me dio cambio y le entregué sólo tres a mi agresor. El tipo los agarró con una cara horrible, mordiéndose los dientes, mientras se los metía en el bolsillo de atrás. Y se subió al auto, como diciendo ‘a este no le voy a sacar más plata, es más cabeza dura que yo’. Jamaica tiene esas cosas. A otros artistas, como Luciano, los fui a grabar a zonas en las que no me hubiera bajado ni por casualidad. ¡Pero ya estaba ahí! Tenía que creer que estaba guiado para hacer el trabajo”.
En el caso de Freddie McGregor, que canta en “Glory”, Sforzini tuvo que ir cuatro veces hasta la casa para poder grabarlo. “Un día me vi una partida de dominó de cinco horas de él con sus hijos. Me invitó a jugar, pero le dije que no. Allá es el juego de mesa por excelencia, y tienen diez mil yeites. Después se fumó cuarenta porros, tomó ron y me dijo: ‘Ahora no puedo grabar, volvé mañana’. Al otro día lo mismo: lo esperé dos horas y llegó con el baúl lleno de verduras y hortalizas, porque venía de su huerta. Le pregunté si podíamos hacer las tomas, y me respondió: ‘Hoy no, tengo las manos llenas de barro’. Fue así hasta la última hora que estuve, pero era el personaje que me faltaba. Escuchó la canción dos veces, se sentó con papel y lápiz, se le ocurrió la melodía y listo. Tienen tantos años de oficio y son los creadores del estilo, así que no necesitan demasiado”. Menos mal que Hernán le insistió, porque “Glory” es una de las canciones que más se destacan en “The Final Battle”.
Otra escena de película fue la de Lee Scratch Perry plantando un árbol en Lanús, la localidad del conurbano en donde Sforzini tiene su estudio. “Hace varios años Prince fue a una discoteca ahí, así que eso también puede ser para una comedia. Como yo planto árboles hace 16 años, lo invité a Lee sumarse, y lo hicimos a las once y media de la noche. Él agarró parte de la tierra y la guardó en su maletín, y como ‘canje’ me dejó una foto suya de los ‘80 debajo de una lámpara de lava. Es un mago, lo sentís cuando está al lado tuyo. En mi casa pidió una leche chocolatada, se fumó un porro y se tomó un vino, en ese orden. ¡Al minuto se metió a grabar y nos sorprendió a todos!”.
De alguna forma, el proyecto se cerró con una vuelta a las raíces. Antes de “The Final Battle”, uno de los hitos de Sforzini fueron sus tributos a los Beatles. Y en su cabeza, el rompecabezas se completó cuando vio que, meses más tarde, Lee Scratch Perry estaba grabando con un silbato que el propio Hernán le había regalado… en Abbey Road.
Aunque parezca imposible, los milagros se cumplen. Sino pregúntenle a este argentino, que viviendo a miles de kilómetros de sus ídolos y después de persecuciones con extorsionadores jamaiquinos e incontables anécdotas, gestó el disco más impensado de la música reggae. ¿Qué otra cosa se le puede pedir a la vida?
El sábado 29 se presentará el video oficial de “Full Moon, Plant a Tree”, la canción que Sforzini grabó con Lee Scratch Perry. Además habrá una charla con el productor. Será en la Usina del Arte (Agustín Caffarena 1, Buenos Aires) a partir de las 17hs.