El cantante y su compañera Carina Round hablan del nuevo disco de Puscifer, “Existential Reckoning”. Además explican cómo conviven el humor, las predicciones y los miedos. Entrevista exclusiva con Rock.com.ar.
Por Fabrizio Pedrotti.
Saturno es uno de los planetas más lentos: recién vuelve a su lugar de origen cada 28 años. Los astrólogos creen que, cada vez que cumplimos ese ciclo, se da un “nuevo nacimiento” y salimos de nuestra zona de confort. ¿Pero qué tiene que ver con Maynard James Keenan? Que él es uno de los grandes creyentes de la teoría, y que justo cumplió 56 años en abril. O sea, acaba de cumplir su segundo retorno.
En su biografía autorizada, “A Perfect Union of Contrary Things” (2016), el cantante explicaba que «Lateralus» (2001), el famoso disco de Tool, era un soundtrack para la sanación y la luz, para enfocarse en las simetrías matemáticas y en la posición de ese planeta. En el libro decía: “Si no superás tu regreso a Saturno, te estancás. Hay dos opciones: o liberás los problemas y ascendés al siguiente nivel, o te hundís como una piedra”.
Maynard es reservado y escueto, da pocas entrevistas y suelen ser cortas. Casi no habla de la composición y es hermético con su vida personal. Pero cuando se le pregunta qué cambió en él con este nuevo ciclo, se entusiasma. “Bueno, ahora me duele la espalda…”, cuenta del otro lado del teléfono. Su compañera Carina Round, la co-vocalista de Puscifer, se ríe y agrega: “Seguramente esos progresos quedaron ensombrecidos por la pandemia. Trato de imaginarme como viviría yo mi regreso a Saturno en medio de esta crisis. Me sería muy difícil identificarlo”.
Keenan redondea la idea: “Sí, o también podés estar en el medio de un huracán. Hay un montón de otras influencias inmediatas que afectan tus reacciones. Pero básicamente, estos ciclos cambian la forma en la que tomás decisiones. Si antes no le prestabas atención a tus instintos, lo más probable es que en el segundo retorno sí; y confíes en corazonadas que antes ignorabas. O quién sabe, ¡capaz no llegues a la segunda vuelta!”.
Aunque el cantante completó ambos ciclos, no fue sin sobresaltos. En febrero, por ejemplo, se contagió de Covid en Australia. Según él, los dolores fueron tales que los shows de Tool en Nueva Zelanda (a fines de ese mes) tuvieron que acomodarse para que su garganta no se sobreexigiera. Mientras responde esta entrevista, Keenan tose y estornuda frecuentemente. Además, sintió una “especie de artritis” en las manos por meses.
Pero el coronavirus no pudo frenarlo. Maynard continuó trabajando en sus viñedos en Arizona -algo que lo apasiona tanto como la música-, y hace apenas dos semanas sacó “Existential Reckoning”, su cuarto disco con Puscifer (sin contar los EPs y el material en vivo). Originalmente era casi un espacio solista, un lugar que le permitía desplegar el humor que lo caracteriza. Pero el proyecto tomó otro calibre cuando se sumó la co-vocalista británica Carina Round, desde el muy recomendado “Conditions Of My Parole” (2011).
En las doce canciones que sacaron este año, se los siente -más que nunca- como una banda. Si alguien los veía como un “proyecto paralelo” de Tool o A Perfect Circle, no podría estar más equivocado. Keenan le pone la misma dedicación a sus múltiples iniciativas, y Carina ocupa hoy un lugar igual de protagónico. Ella misma admite que en el nuevo disco empezó a usar su voz como un instrumento, en vez de “sólo acompañarlo”.

Parte de esa exploración fue gracias al Eventide 4500, un procesador con más de mil efectos. Por ejemplo, Billy Corgan y James Iha (de The Smashing Pumpkins) solían aplicarlo a las guitarras. Carina se lo puso a su voz, y se dejó llevar por discos como “Hounds of Love” (1984), de Kate Bush.
La británica, que también fue corista de Tears For Fears, explica: “Tenemos un estudio acá en Los Ángeles, y me topé de casualidad con un equipo de esos. Llegó a mi vida sin haberlo buscado, mientras trabajábamos en estas canciones. Como estaba ahí, lo prendí, le conecté el micrófono… ¡y me voló la cabeza! No fue tanto un plan, sino que me atrajo como un imán”. Por ejemplo, esa nueva herramienta se nota en “The Underwhelming” y “Personal Prometheus”.
El tercer miembro oficial de Puscifer es Mat Mitchell, que se encarga de la mayoría de la música. Para “Existential…” estableció una base sonora: la estrella iba a ser el Starlight MCI -un viejo sintetizador-, y habría un rango muy limitado de instrumentos. Uno podría pensar que, sin tanta libertad, la composición fue más fácil y acotada.
“Diste en el clavo, lo sentimos exactamente así -afirma Carina-. Al tener una caja chica de cosas para trabajar, hace que seamos más creativos y nos enfoquemos más. Creo que funcionamos mejor de esa forma. A veces era Maynard el que decía: ‘bueno, usemos la mandolina y una máquina de ritmos’, pero Mat componía la música. Entonces, cuando llegamos al estudio, también se da un resultado distinto. No tenemos que mirar un montón de instrumentos y preguntarnos cuáles vamos a usar. Esos límites te ayudan, porque hacen que profundices en algo específico, en lugar de que te expandas hacia los costados”.
Las letras del disco son más generales. “Apocalyptical” parece escrita ayer, pero Maynard admite que la terminaron el año pasado, y que sigue usando el mismo concepto que le había enseñado su profesora de arte: encararlas desde un lado global, en vez de tratar cuestiones demasiado específicas.
“Creo que hago todas mis letras así. Quizás te parezca que aluden a algo concreto, pero porque las relacionás con lo que te pasa. Podría haberlas hecho hace diez años, y seguramente encontrarías la forma de vincularlas con el presente -dice el vocalista-. El trasfondo es más general, y creo que todos tuvimos experiencias con las que podemos sentirnos interpelados. Cualquier cosa que te esté preocupando ahora… seguramente tu papá y tu abuelo la sufrieron en sus épocas, pero en otras versiones. Y lo mismo aplica para las combinaciones de sonidos y las emociones: siempre podés conectar ese mapa universal a tu situación actual”. Eso es lo mágico de la música.
CON EL HUMOR COMO ARMA

El video de “Apocalyptical”, en cambio, sí alude a 2020: está lleno de animaciones del virus, y la banda se pregunta por qué acumulamos toneladas de papel higiénico desde que empezó la pandemia. Algo que, obviamente, Keenan no podría hacer tan jovialmente con Tool o A Perfect Circle.
Esencialmente, la sátira y el absurdo nos ayudan a lidiar con cuestiones complejas. Maynard se dio cuenta de eso cuando descubrió al humorista Bill Hicks: vio que hablaba de lo mismo que Joseph Campbell, uno de sus autores predilectos. Ese sarcasmo se plasma al 100% en Puscifer. Igualmente, ¿se puede hacer humor con lo que sea?
“Depende del momento, ¿verdad? -responde él-. No vas a entrar a una sala de emergencias mientras alguien agoniza y joder con la muerte. Sería inapropiado”. Su compañera agrega: “¡A menos que ellos mismos se tomen el pelo!”.
“Claro, en ese caso estaría bien. Si tu abuelo hace chistes en su lecho de muerte, te podés reír. Todo depende del contexto y de la perspectiva -replica Keenan-. Para mí, lo importante es la intención con la que jodés: ¿sos un hijo de puta a propósito, y tratás de herir a la gente? ¡Entonces, fuck you! -lo dice con énfasis-. Pero si sólo sos un artista, y buscás expresar emociones sinceras con el humor, está bien. Lo hacés para desahogarte y aliviar las presiones. Ese es nuestro trabajo: somos entretenedores. Se supone que tenemos que hacerte sentir mejor sobre lo que carajos esté pasando en el mundo”.
Y en 2020, un año en que lo absurdo pasó a ser común, ¿es más difícil hacer sátiras? Carina reflexiona: “Creo que hoy la gente procesa la comedia de una forma mucho más extrema. Mientras más oscuro y absurdo se vuelva todo en la vida, en el humor se van a correr los mismos límites”. Maynard agrega: “Es más importante que nunca, entonces”.
Como gran parte de la obra de Keenan, “Existential Reckoning” -que salió el 30 de octubre con BMG- también explora los miedos y las ansiedades humanas. Desde que era chico, el vocalista sentía que necesitaba estar “adelantado al futuro” para protegerse de lo que viniera. ¿Pero cómo reacciona hoy, con tantas situaciones inesperadas?
“Con la experiencia -responde, y se toma unos segundos-. Tenés que confiar en tu instinto. Cuando hago mis vinos y hay uvas que salen de una planta, me toca cruzar los dedos para que hayan sido bien cultivadas, y que estén en excelentes condiciones. Porque por mucho tiempo no voy a poder volver a cosecharlas. Si algo sale mal, tengo que saber reaccionar. Y hay que entender que el caos es parte de la vida, ¿no? La clave es ser resiliente y adaptarte a lo que tengas en frente. Me encantaría predecir las cosas, pero incluso los meteorólogos se equivocan casi siempre… ¡y eso que tienen las mejores herramientas! Así y todo, nosotros somos los que debemos adaptarnos a las próximas tormentas”.
VOLVER AL FUTURO

Aunque no ahonde en las letras de Puscifer, Tool y A Perfect Circle, Maynard se sorprende cuando se le pregunta por un manifiesto que había hecho para la banda Children of the Anachronic Dynasty, en 1987. Ahí escribía: “Perseguimos la paz fabricando bombas, no tenemos una cura para el SIDA y lo racial es un gran problema”. 33 años después (con más de un regreso de Saturno de por medio), aquellas líneas son muy actuales. Y Keenan, por esta vez, decide contestar.
“Esas palabras no eran nuevas ni en aquel momento, ya sonaban viejas y venían de antes. El racismo hacía mucho que estaba a las vueltas, también el aislamiento y la polarización; así como la alegría. Ya existía todo -responde-. Yo solamente reiteraba lo que había visto. Porque si entendés el pasado, te ayuda a pronosticar lo que se viene. Son patrones simples que se repiten en el tiempo. Me gusta pensar que las personas tenemos un ‘lobo bueno’, así que vos dale de comer a ese, porque alguien va a estar alimentando a su ‘lobo malo’. Las cosas siempre fueron y van a ser así. Es absurda la idea de que vamos a llegar a una situación utópica en la que todos nos llevaremos bien, nadie peleará con el otro y no habrá racismo. Pero no significa que no valga la pena vivir en el momento y que tratemos de que salga ese ‘lobo bueno’. Lo único que podemos hacer es alimentar a ese animal interno”.
No es casualidad que el cantante mencione el aislamiento y la polarización: son tópicos que lo preocuparon siempre, y que también se plasman en el último disco de Tool, “Fear Inoculum” (2019). El estadounidense piensa que la grieta se profundizó gracias al secretismo de las redes sociales, y a las visiones sesgadas que recibimos todo el tiempo.
“Sí, eso estaba en mi cabeza constantemente -asegura-. Pero hoy en internet somos anónimos porque, de alguna manera, le sirve a muchos grupos de personas. Eventualmente, cuando ya no les sea redituable, ninguno de nosotros seguirá siéndolo. Van a poder rastrearnos y perseguirnos a todos. O tal como va el mundo, capaz haya un gran evento celestial… una capa electromagnética que caiga del sol y borre todos los aparatos electrónicos. Ahí quizás volvamos a hacer lo que deberíamos: trabajar en granjas y alimentarnos de eso”.
Los dos cantantes de Puscifer coinciden en que, por estas razones, la actitud punk debería salir más a flote. Aunque después de tantas revoluciones, ¿cómo se debería encarar la actual? Maynard desarrolla: “Supongo que depende de la perspectiva, de cómo definamos esa rebelión y el cuestionamiento de posiciones. No creo que nosotros, con Puscifer, hayamos perdido aquel combustible. Está ahí desde el principio. Ahora capaz haya más luz sobre nuestra música, así que estamos expuestos, pero el punk rock nunca se nos fue. Como sociedad, un ejemplo sería no tomar las cosas como se nos dan escritas. Ya estaba pasando, pero sería un buen momento para ponerlo en práctica. Porque cuando los humanos piensan primero en sí mismos, y no de forma colectiva, se genera mucho sufrimiento”.
Con el ruido de las redes sociales cada vez más fuerte, el grupo también valora los silencios. Los susurros y los momentos suaves son un aspecto integral de su sonido, y más aún en “Existential Reckoning”. Carina explica cuándo tiene que aprovechar ese recurso.
“En este disco quizás fue culpa de Mat, que muteaba mi micrófono…”. Maynard intercede con unas carcajadas atípicas: “¿¡Gritabas mucho y te silenciaba!?”. “Sí, totalmente -se ríe ella-. Hablando en serio, y aunque suene a lugar común, cada uno de nosotros trata de servir a la canción. La clave es seguir practicando, trabajar en lo que hacemos, y ver de qué formas podemos entrar a lo más profundo de nuestros cerebros y conciencias. Lo vamos descubriendo mientras avanzamos, siempre lo hicimos así. Así que si el mensaje y la historia se representan mejor cuando yo cierro mi puta boca, voy a callarme. Vengo con un muteador interno, créase o no -más risas de ambos-. Todos en Puscifer tenemos la experiencia suficiente para saber cuándo es tiempo de dejar de hablar”. Y Maynard desafía, también con risas: “Eso puede pasar en cualquier momento, por ejemplo ahora mismo”.
Pero queda tiempo para una última pregunta. Keenan se volvió una figura de culto con sus tres bandas, sobre todo luego de discos de Tool como “Ænima” (1996) y “Lateralus” (2001), dignos de multiplatinos y Grammys. Lo llevaron a los primeros planos, y todavía se analizan esas canciones en busca de secretos o jeroglíficos ocultos. Semejante inteligencia creativa -sumada a su forma de ser- hizo que parte del público lo viera como un predicador con todas las verdades, más que como un músico.
Trazando un paralelo, el libro del cantante cuenta que él se volvía loco con Kiss, y que su habitación estaba empapelada con Gene Simmons. En aquel entonces, ¿el pequeño Maynard también veía a los artistas como seres intocables?
“Bueno, creo que Joni Mitchell fue una influencia mucho más grande. Pero no pienso que esa gente sepa las respuestas”, contesta. Y lo traslada al fenómeno que sucede con él: “Tenés que encontrar eso adentro tuyo, en vez de darle poder a una entidad que realmente no conocés. Ellos pueden marcarte mucho como artistas, pero al final se trata de tu familia, tu comunidad y cómo te moldean las personas de tu círculo más cercano. Es muy importante que no pierdas el foco”.
Carina Round -que admiraba a personajes tan icónicos como David Bowie- finaliza la idea: “La clave es mantenernos abiertos. Lo que realmente nos atrae de determinada música es que enciende nuestra chispa interna. Pero en realidad ya venimos con ese fuego, lo traemos desde la propia intuición. Así que no tenemos que buscarlo en otro lado, sólo nos toca alimentarlo”. Y por suerte, no hace falta esperar a que Saturno complete su órbita: alcanza con que les demos play a los discos que nos emocionan. Ya sea para reírnos o reflexionar, Puscifer es un gran ejemplo de lo que deberíamos hacer: evitar que se apague nuestra llama interior.
“Existential Reckoning”, el cuarto álbum del grupo, salió el 30 de octubre. Se encuentra en todas las plataformas digitales, además de sus versiones en CD y deluxe (por ejemplo, con 2 LPs + vinos de la cosecha de Maynard).