Coleccionismo argentino: de los Beatles a las lechuzas en miniatura

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(Texto publicado en la revista WATT). ¿Qué pueden tener en común los fab four, las botellas de cerveza, los búhos en miniatura, los mazos de naipes y los juguetes retro? Que hay personas de nuestro país que se dedican a agruparlos. Y aquí nos cuentan sus historias.

El coleccionismo podría definirse como la afición de una persona que busca, elige y organiza objetos de una forma determinada. Al variar según los gustos de cada individuo, se puede conocer a alguien que se sienta atraído por algo en específico, como un fanático de los libros de Edgar Allan Poe, mientras que otros buscan una mayor amplitud y atesoran textos de terror en general sin importar el autor.

Para Francisco Petre, Médico Psicoanalista (UBA, MN Nº 42.521) y miembro de la Asociación Argentina Psiconalítica, la edad más propensa a coleccionar es la adolescencia, aunque en muchos casos se da en la adultez: “Todos tuvimos un hobbie. El problema es diferenciar entre coleccionismo y fanatismo. Hay dos tipos de fanatismo: el constructivo y el destructivo. El primero se atribuye a los sujetos que sólo se rigen por el placer, mientras que los destructivos tienen un vacío que llenan juntando cosas. Para ellos es algo pasional. Desde el punto de vista psicológico, el objeto les tapa una ‘falta’ o les da un placer de algo que no tuvieron”.

El 8 de diciembre de 1980 fue uno de los días más tristes en la historia de la música. Mientras John Lennon y Yoko Ono estaban afuera del edificio Dakota en Nueva York, Mark Chapman asesinó al ex Beatle de cuatro disparos. El homicida, que viajó exclusivamene desde Texas hasta la Gran Manzana para cometer el crimen, se declaró culpable y está preso desde esa fecha. Para el Dr. Petre ese es un buen ejemplo de “fanatismo destructivo”.

Pero, ¿qué hay del lado del fanatismo constructivo? ¿Cómo están formadas las colecciones de los argentinos y qué lugar ocupan en sus vidas? Bienvenidos al mundo de los estantes, las cajas y los cajones rebalsados.

Una parte de Liverpool, en Argentina

Si se trata de coleccionismo Beatle, una fuente obligada es Rodolfo Vázquez (54), quien comenzó a juntar objetos de la banda inglesa cuando tenía sólo 10 años. Hoy, posee más de 8.600 y expone parte de ellos en un museo que inauguró este año, conviertiendo a Bs.As. en la primera ciudad latina con un lugar de estas características. Además, es dueño de la sucursal argentina de The Cavern, el reconocido pub en donde se respira el espíritu linglés.

“Soy amante del coleccionismo. Debería fomentarse en las escuelas, porque te lleva a ser metódico, prolijo y ordenado. Es una pasión que cuando te atrapa no te deja nunca. El que no tiene esa fiebre, no la comprende”, opina.

La primavera más gratificante para Vázquez fue la de 2001, cuando recibió la noticia de que iba a figurar en el libro Guinness World Records. “Casi me desmayo. Como me di cuenta que tenía bastante material y mucha gente comenzó a alentarme, llamé y empecé a tramitarlo. Tardó nueve meses en concretarse”, recuerda. Le mandaron una pila de papeles y tuvo que avalar su colección con personalidades como Daniel Scioli (en ese momento Diputado Nacional), el conductor y fanático Beatle Juan Alberto Badía, el músico Litto Nebbia y varios periodistas especializados. Actualmente, tramita la renovación para el año próximo. Vázquez agrega: “Hace más o menos quince años estaba loco y obsesivo, me ponía mal si no conseguía un objeto. Ahora no me preocupa, pasó a un segundo plano en mi vida”.

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El comodín

Además de ser arquitecta y docente, Florencia Marotta (37) es una apasionada por el coleccionismo de naipes. Vive en el barrio de Flores y se inició en 2001, después de encontrar nueve mazos en un mueble familiar. “Tengo otras colecciones secundarias: juguetes de Kinder, planchas de figuritas de brillantina, papeles de cartas y álbumes de figuritas. Pero con ninguna de ellas me involucré tanto como con los naipes. Es la única colección para la cual investigué por todos lados. Además de satisfacerme cuando consigo ejemplares que busco hace tiempo, reconstruyo la historia argentina desde ese lado. Es un pequeño patrimonio histórico que comprende a los naipes, las leyes, los fabricantes, las anécdotas y los relatos”.

La popularidad de este coleccionismo es mayor en países como España, Inglaterra y Brasil. Acá, son pocos los que se dedican a él. Marotta es una de las voces resonantes y tan lejos la llevó su pasión, que en 2007 editó el libro Sellados e Impuestos en Naipes Argentinos (1892 – 1968) Guía para la Catalogación de Naipes Argentinos.

El coleccionismo te da alas

Todo aquel que pasa por el consultorio del odontólogo Víctor Valentini en Posadas, Misiones, se asombra por sus casi 150 lechuzas en miniatura. “Empecé a juntarlas hace 25 años, por una paciente que trabajaba en un comercio llamado Lechuza Artesanías. Me regaló una por publicidad: era una lechuza pequeña para poner en la pared con el nombre del local. Me gustó mucho y cada vez que venía a atenderse me traía una distinta”. Dos décadas más tarde, el consultorio está lleno de lechuzas que miran desde una repisa bien alta.

Valentini no se considera un gran aficionado al coleccionismo: “Lo cierto es que no me desespero por juntarlas, sino que los pacientes me las van regalando. Tengo de países como Austria, Italia, España, Estados Unidos y de provincias como Salta y Córdoba. Lo más raro es que algunos cuando las ven y piensan que hago brujerías”.

Existe una creencia que afirma que las lechuzas traen buena suerte a aquella persona que robe una. El dentista cuenta que muchas veces le faltaron algunas, nunca las recuperó y hoy, piensa sacarlas de su consultorio porque son trabajosas para mantener. No obstante, dice entre risas: “El problema es que si las aparto, la gente no va a traerme más.” Más aficionado de lo que aparenta.

Los juguetes y la nostalgia

Juan Quaglia (29), nacido en el barrio de Palermo, prueba que el coleccionismo no tiene límites de edades ni de profesiones. Es periodista deportivo y recopila objetos de He-Man, Star Wars, Thundercats y Los Simpson.
Para él, hay dos razones por las que las personas se interesan por los juguetes: “Una es la nostalgia, la posibilidad de revivir momentos de la infancia. Hay incluso coleccionistas que no compran nuevas figuras, sino aquello que tenían de chicos y de lo que jamás se desprenderían. La otra gran razón es el fanatismo. Hay seguidores de personajes o sagas, del mundo de la fantasía, la ciencia ficción, los superhéroes y los cómics, a los que les gusta ver y tener objetos relacionados con historias que les atraen. Star Wars o Dragon Ball reúnen a fanáticos de varias generaciones y de todo el mundo”.

Hoy no habrá duques que junten estampillas o animales exóticos, pero cada uno tiene una colección particular, por más pequeña que sea. Al abrir los cajones de cualquier mueble, seguro hay alguna coincidencia: publicidades antiguas guardadas, pañuelos o hasta los nuevos imanes geek para las heladeras. Es decisión propia llevarlo al extremo y llenar una habitación.

Publicado en la edición de octubre de 2011 de la revista WATT.

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