El casi-proyecto-solista de Axl Rose sorprendió con «Chinese Democracy» en La Plata, luego de varios shows dignos de olvidar.
Por Fabrizio Pedrotti.
Las puertas se abren a las 17.20. En la platea sur, un grupo de fanáticos de Villa Lugano despliega una bandera. Un Axl Rose criollo, de unos cuarenta y pico, lo festeja desde la otra punta y lanza un alarido: “Rockkkkk and rolllllll”, que retumba en todo el estadio. El público, atónito, lo ovaciona.
Una hora después sube Utopians con su rock garagero. Más allá de algunos incovenientes con el sonido en el primer tema, el cuarteto liderado por Bárbara Recanati suena con potencia. El falso Axl menea la camisa que tiene en sus caderas de un lado para el otro. No deja de caminar, está ansioso y pide más rock. Y le hacen caso: al rato sube Manuel Quieto con los brazos arriba y se larga La Mancha de Rolando. La lista de los de Avellaneda tiene muchos hits. Luego, El Bordo salta a escena y le agradece al público “por el respeto”. La banda de Ale Kurz no le afloja a la distorsión.
La entrada de los Guns N’ Roses se preveía para las 22.30, pero corrió el rumor que iban a subir antes al escenario. La ansiedad se suma a los comentarios del deplorable show de Rock in Rio y la tardanza de dos horas en Chile.
Por suerte, llegan solo cuarenta minutos después. Las luces se apagan y todo explota con un triunvirato rompe huesos: “Chinese democracy”, “Welcome to the jungle” y “It’s so easy”. La voz de Axl no es la misma de antes y tiene algunos pifies, pero se defiende muy bien y se toma un tiempo para correrse a un costado cuando no canta. Aunque tiene movimientos más lentos, es un buen frontman.
Ya no está Slash, pero Rose tiene una buena pared de cuerdas que lo acompaña. DJ Ashba, el más nuevito, se gana unos cuantos silbidos por tratar de emular al carismático guitarrista con galera y cigarrillo en la boca. Casi todos hacen solos: Dizzy Reed, tecladista desde principios de los ’90, reversiona “Baba O’Riley” de The Who, y Bumblefoot, en las seis cuerdas, hace el tema de “La Pantera Rosa”. Hay más covers, con la formación completa: “Another Brick in the Wall”, de Pink Floyd; “Riff Raff” de AC/DC; y los conocidos “Live and Let Die” de Paul Mc Cartney y “Knockin’ on Heaven’s Doors” de Bob Dylan, con una envidiable entonación de Axl.
La escenografía de los californianos consta de dos inflables en los laterales: en uno hay una mano roja abierta, y en el otro, el rostro de Mao -Presidente de China desde 1954 a 1959- en obvia referencia a “Chinese Democracy”, su último álbum. No faltan temas de esos: “Street of Dreams”, “Better”, “This I Love” y “Sorry”. El público aplaude cuando la lluvia (que casi nunca para) aparece con “November Rain”. Mejor, imposible. Los técnicos secan como pueden el agua del escenario y el vocalista se disculpa por no poder ir hasta el extremo de la plataforma por temor a resbalarse.
La banda se presenta formalmente en “Estranged”, y en “Night Train”, se cierra el recital, que lleva más de dos horas y media. Los bises son “Don’t Cry” (muchos celulares que hacen de encendedores 2.0) y “Madagascar”. “Tienen un público asombroso. La pasamos muy bien. Muchísimas gracias” encara Axl. La despedida (ahora sí) llega con “Paradise City”, y pirotecnia y papelitos rojos que caen desde lo alto. En la platea, la versión criolla del cantante se emociona y grita, pero esta vez sus alaridos no se escuchan: los aplausos los tapan.
Publicado en www.rock.com.ar el 10 de octubre de 2011.