Los músicos de la etapa final del grupo tocaron el jueves en el teatro porteño. El show fue muy bueno, pero con varios traspiés.
Por Fabrizio Pedrotti.
El lunático está en el hall… y enciende uno al comienzo de “Breathe”. Mejor momento no podría haber elegido: “The Dark Side of the Moon” es un disco perfecto para volar. Y aunque sobre el escenario no esté ninguno de los músicos que lo grabó, dos de ellos sí participaron de los últimos años de Pink Floyd.
Jon Carin y Guy Pratt tocaron en el Teatro ND el jueves 11, a un año de haberse presentado junto a la corista Durga McBroom y el grupo tributo The End. En esta ocasión, el espectáculo se llamó “Pink Floyd and Beyond”, y además interpretaron canciones de The Who y Roxy Music. La segunda guitarra la ocupó Matías Dietrich, miembro de The End.
Aunque Pratt tiene unos cuantos pelos menos que en “Pulse”, su bajo transmitió miles de sensaciones. El cincuentón se movió en el escenario como pocos: saltó, corrió de un lado al otro y dejó florecer su capacidad de comediante. Fue quien llevó la batuta: retó al baterista Diego Olivera cuando cometió un error, e intercambió miradas con el resto del grupo para definir en qué momento iba un solo o un fragmento cantado (lo que demostró la necesidad de practicar más).
Al margen, la banda estuvo muy bien, aunque el sonidista cometió errores imperdonables: cuando uno de los músicos (Martín López Carmelo) quiso poner su saxo en dos temas de Roxy Music, el instrumento pareció estar en mute.
Carin, que en los discos de estudio (“A momentary lapse of reason” y “The division bell”) se encargó de los teclados y de las programaciones, emuló muy bien a Waters con su voz en “Pigs”, y alternó entre una guitarra eléctrica y una acústica.
Uno de los puntos altos de la noche fue “Learning to fly”, que Carin co-compuso. Lógicamente, hubo canciones de la última etapa de Floyd, pero también estuvo el espíritu de Syd Barrett en “Lucifer Sam” y “Scarecrow”. Para cerrar llegaron los clásicos “Comfortably Numb”, “I’m an animal” (de Townshend) y “Run like hell”, con todo el teatro parado y emulando los martillos con sus manos.
Unas canciones luego de “Breathe”, justo cuando el lunático terminaba de fumar y el show parecía acabarse, nos dimos cuenta de algo: para volar no hacen falta drogas, sólo buena música. Porque, en realidad, el lunático está en nuestras mentes.
Por Fabrizio Pedrotti. Foto: Jorge Thiegi.
Publicada en www.rock.com.ar el 15 de octubre de 2012.
Muy buenas las notas Fabri, seguí así,un saludo y cariños desde Posadas, Misiones, se te extraña por éstos lados!un beso enorme..
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