Los pioneros del britpop se presentaron en el festival Primavera 0, al aire libre y a pocos metros del Río de La Plata. La lista de temas fue casi la misma que en Buenos Aires, aunque con un marco mucho más íntimo.
“¡Ésto es culpa de Violetta!”, grita irónicamente alguien del público, atribuyendo la rotura de un equipo de bajo a la cantante infantil argentina. Sobre el escenario está Sonia, una banda uruguaya que abre el show de Blur en Montevideo. Debido a las recientes lluvias (“Berta” se sintió de los dos lados del charco), el espectáculo de la adolescente argentina en el Teatro de Verano se pasó del viernes al domingo.
Por eso, quizás el armado del recital de Blur –el lunes- tuvo que hacerse con menos tiempo. La primera falla de la jornada son los noventa minutos que hay entre los teloneros y los ingleses. Aunque Damon Albarn y compañía suben al escenario a las diez de la noche –tal como se había estipulado-, la espera se hace casi eterna.
Comienza la misa

Con “Girls & Boys” de fondo, el álter-ego de Gorillaz moja a la audiencia y encarna a una especie de párroco que con gesto bautismal inicia a los uruguayos en el ritual noventoso. Salvo por un par de temas, la lista tranquilamente podría pertenecer a la década anterior. ¡Los hits de Blur resisten muy bien el paso del tiempo! Hay saludos y reverencias, además de «Popscene», «There’s no Other Way» y «Beetlebum». “Out of Time” –que se grabó en una época en la que el guitarrista Graham Coxon se había ido en la banda- da inicio a una trilogía experimental que continúa con “Trimm Trabb” y “Caramel”. Y es éste último el que les da la posibilidad al baterista Dave Rowntree y al bajista Alex James de mostrar todo su virtuosismo.

Los británicos arman muy bien la lista, y por eso eligen “Coffee & TV” para que las casi cuatro mil personas vuelvan al mundo real luego de la seguidilla psicodélica. Coxon se pega con la guitarra en la cabeza durante el solo, y fiel a su estilo, dispara ruidos extraños todo el tiempo. El sonido en general es nítido, pero hay varios acoples y desperfectos que hacen que no sea excelente.
Con aires de gospel
Entre vientos, coristas y un pianista, llegan a aparecer doce personas. La magnífica “Tender” –en la que Graham hace un “cuatro” con las piernas y Albarn recita que el amor es lo mejor que tenemos- deja a las voces secundarias en primer plano. Hay seis cantantes sobre las tablas, pero el público se pliega a la odisea y en realidad son miles las almas que entonan a la vez. La audiencia uruguaya es más tranquila que la argentina, aunque influye que en el Teatro de Verano haya bancos en lugar de una superficie plana. De todas formas, en “Country House”, el cantante llega hasta la valla y todos se agolpan para tener un contacto cercano con él –ver video-.
La lista de temas es idéntica a la del Quilmes Rock, salvo por el homenaje a Lou Reed, que no aparece. Sí figura el actor inglés Phil Daniels, quien corretea en “Parklife”. Luego de “This is a Low” los músicos se despiden del escenario –Coxon apenas levanta la mano y saluda tímidamente, fiel a su personalidad-, pero las luces siguen encendidas.

El bloque final llega con “Under the Westway”, de 2012, y Albarn va al piano. “For Tomorrow” explota con los trombones y las trompetas; “The Universal” hace que más de uno tenga la piel de gallina y “Song 2” redondea el concierto, en el que todos se quedan con ganas de más. La salida es organizada, y varios colectivos esperan al público para llevarlo de regreso al centro o a las periferias de Montevideo, una práctica que también se debería implementar en shows masivos de nuestro país. Eso sí: los asistentes quisieran seguir en la misa otras varias horas, y es algo que no ocurre muy seguido. ¡Aleluya a Blur!
Por Fabrizio Pedrotti.
Publicada en Rock.com.ar el 7 de noviembre de 2013.