Por Fabrizio Pedrotti, para la Revista Soy Rock #94 (febrero de 2015).
Foto de Facundo Suárez.
Desde que se empezaron a vender en nuestro país, los bastones extensibles de las cámaras se convirtieron en una adicción para miles de personas. Las fotos con amigos, las selfies, los paisajes de las vacaciones… Parecería que este drone artesanal –que permite capturar imágenes o grabar desde distintas perspectivas- hizo mucha más placentera nuestra vida 2.0.
Pero en los manuales de estas simpáticas invenciones debería incluirse la leyenda: “Prohibido utilizarse en lugares en los que se interfiera la visión del público”. Especialmente para la chica que ahora está en La Trastienda viendo a Nonpalidece, y que -además de filmar cualquier cosa porque tiene el teléfono apuntando hacia el techo– se pierde de disfrutar en carne propia la genial apertura con “Revolución”, “Dame Luz”, “¿Para Dónde Corrés?” y “La Flor”.
El grupo de Néstor Ramljak maneja perfectamente la lista de temas: el show empieza una hora y diez tarde, pero poco importa si se arranca con esas canciones. Luego le toca el turno al bloque de Activistas (2014), su último disco, del que suenan la homónima, “Chalice”, “Pasan”, “Feed Me” y “El Ciclo de la Vida”.
El vocalista entona la introducción de “Rainbow Country” de Bob Marley, antes de “Tu Recompensa”, y el guitarrista Bruno Signaroli casi no levanta el pie del wah wah durante “En El Aire”. En vivo, Nonpalidece es una banda única: incorpora arreglos, enganches y puentes que no están en sus discos. Y eso hace que el público agote las entradas varias semanas seguidas.
Las coristas Gabriela De Lorenzo y Anabella Levy –una parte muy importante del grupo- se lucen con una exquisita interpretación soul en “Nosotros Andamos”, mientras que Ramljak le pide una mano a la audiencia durante “Danger Man”. Después de un intervalo de más de media hora, la banda regresa y el cantante se tira al público.
Todo esto puede relatarse en una crónica periodística, o grabarse en un video con un bastón extensible. Pero jamás será lo mismo que vivirlo en carne propia. Con Nonpalidece, lo mejor es abrir los ojos, aguzar los oídos, preparar el corazón… y disfrutar del momento.