El trío stoner, compuesto por dos Monster Magnet, llegó por primera vez a Niceto. Y mostró cómo dar un show sin pisar los frenos.
Por Fabrizio Pedrotti, para Rock.com.ar.
La lista de temas del bajista Chris Kosnik apunta estratégicamente al público, y es señal de algo: el concierto va a ser largo. No va a haber tiempo para pausas, rebajes en la velocidad ni demasiadas palabras. Desde el comienzo, The Atomic Bitchwax suena como un camión que arremete contra lo que se le mete en el medio.
“¡Estamos muy contentos de tocar acá!”, dice el violero Finn Ryan antes de “It’s alright”. Arriba del escenario, es el más histriónico: juega con el público, sonríe todo el tiempo y se le nota la felicidad por haber llegado a Sudamérica. “¡Es sábado a la noche, Buenos Aires!”, grita más tarde, animando la fecha.
Kosnik, por su lado, es el típico líder calculador. Está atento de cómo suena cada cosa y de lo que se puede mejorar, y es el verdadero chofer atrás de The Atomic Bitchwax. “¿Podés bajar un poco la guitarra de mi monitor?”, dice antes de “War claw”, uno de los puntos altos del recital. Pero no da el okey de arrancar la canción hasta que no siente que todo está perfectamente seteado. Es uno de los que fundó la banda, hace casi veinticinco años, y se nota a la legua.

El único momento en el que el grupo baja un cambio es durante “Pigs”, el cover de Pink Floyd, que es un número fijo en la lista desde hace tiempo. Pero, para un purista del público, siguen tocando rápido. “¡Hacelo más lento, que sino no se aprecia el riff!”, le grita a Ryan. El tipo no entiende que acá, en Niceto, quien pone las reglas es The Atomic Bitchwax.
El baterista Bob Pantella, miembro de Monster Magnet desde 2004, para sólo un segundo para tomar agua, y es antes de “Kiss the sun”. De todas formas, observa a sus compañeros y les pide perdón con la mirada, como si estuviera demorándose mucho o interrumpiendo la atmósfera del show.
Nada podría estar más lejos de la realidad: Pantella es uno de los mejores bateristas del stoner. Su ride suena filoso, casi como si estuviera pegándole con una espada, más que con un par de palillos.
Después de “Pigs”, llegan “So come on”, “Gettin’ old” y “Force field”. Ryan, que tiene una remera de Black Oak Arkansas, le pasa la guitarra a la gente, y parece que empuña su martillo a lo Thor. El concierto de The Atomic Bitchwax termina de la misma forma en la que arrancó: con una nota alta. Sólo queda una duda: si estos tres tipos pueden romper la velocidad de la luz, ¿cómo es que no llegaron antes?
Puntaje final: 4 estrellas.