La banda de black metal y post rock tocó el martes en Buenos Aires, cuatro años después de su última visita. Esta vez, el eje estuvo puesto en “Kodama” (2016).
Por Fabrizio Pedrotti, para Rock.com.ar.
“¡Felicitaciones por la victoria de hoy!”, dice Neige, el líder y alma máter de Alcest, antes de tocar el tercer tema de la noche, “Je suis d’ailleurs”. El cantante se refiere al partido entre Argentina y Nigeria, que se llevó hace unas horas y que le permite a nuestro país llegar a los octavos de final. “De hecho, el sábado vamos a enfrentarnos”, agrega entre risas el francés.
“¡Y les vamos a romper el culo!”, responde -también con humor, aunque vulgar- una de las trescientas personas que hay esta noche en The Roxy Live. La interacción entre el público y la banda es constante, y una de las grandes razones es la lista de temas: Alcest abre su show interpretando “Kodama” (2016) en su totalidad. Una muestra de poder, de que el grupo va a tocar las canciones clásicas, pero primero hay que recorrer su presente.
En vivo, este disco suena con muchísima fuerza. Winterhalter le pega a su batería con una agresividad de la que carece el álbum -con el doble pedal y un redoblante cristalino-; el propio Neige se agacha frente a su amplificador para conseguir acoples en “Untouched”, y los gritos en “Oiseaux de Proie” se tornan más provocadores que en estudio.
Una vez que pasa “Onyx”, el último de “Kodama”, llega el momento de desempolvar las gemas. Ahí es donde Alcest recurre inteligentemente a “Souvenirs d’un autre monde”, de su primer disco (2007). Si algún despistado todavía no había entrado en calor, ahora no le quedan excusas.
El guitarrista Zero y el bajista Indria aprovechan a tomar la delantera en temas como “Percées de lumière” y “Autre temps”, aunque apenas éste termina, es el líder quien recibe otra ovación mundialera: “¡Neige, sos más lindo que un gol de Messi!”.
Justo una hora y media después del comienzo, llega el final con “Délivrance”. Y al margen de que es martes y aún falta para que los europeos nos dejen fuera del Mundial, sí sabemos algo: con Alcest, a Francia no le hacen falta once jugadores para ganarse nuestra ovación… ni para vencernos por goleada.