La banda presentó «For crying out loud», en un show que los terminó de consagrar frente al público argentino. Cuáles fueron las armas secretas del concierto del jueves.
Por Fabrizio Pedrotti, para Rock.com.ar.
En la portada del último disco de los británicos aparece un personaje bastante particular: es el guitar tech del grupo, Rick Graham, satirizado y con lágrimas irónicas. Pero aunque el famoso plomo no vino a la gira sudamericana, obviamente esta noche hay alguien cumpliendo su rol.
Durante “Eez eh”, el cuarto tema de la lista, Sergio Pizzorno empieza a tener problemas con sus pedales. El técnico hace lo imposible por reparar el inconveniente -trayendo una zapatilla nueva, cambiando el pedalboard y peleando con todos los cables-, pero no hay solución que valga.
El error de Kasabian es no esperar a que el problema se solucione antes de seguir el show. En “You’re in love with a psycho” se nota la falta de la guitarra de Pizzorno, que se apega a cantar y deja su instrumento tirado a un costado. Mientras tanto, el plomo no da respiro y el cantante Tom Meighan se queja del sonido de los monitores.
“Sergio, ¡ponele onda que es la segunda vez que suspendés!”, se ríe un fan desde el campo, en obvia referencia a la cancelación del show del Pepsi Music 2012. Mientras tanto suena “Wasted”, y todavía hay idas y venidas con el sonido de la guitarra.
Por suerte está Tim Carter -el violero/colaborador que gira con Kasabian desde hace años- que se pone la banda a la espalda y logra sacar a flote el inconveniente… como si nada pasara. El músico es la verdadera arma secreta del grupo, e incluso hace gran parte de los solos y riffs -que en estudio graba Sergio-, mientras su compañero se encarga de entretener al público.
Para “Club foot”, el sonido ya está normalizado y la fiesta continúa. De ahí en adelante no hay fisuras de ningún tipo: la química de la banda es perfecta, sobre todo entre Pizzorno y Meighan.
“Treat”, una de las joyas de ese maravilloso disco que es “48:13” (2014), da lugar a que ambos se abracen durante la frase de “él es mi gemelo malvado”. Ellos se ríen como lo que son: dos camaradas que conquistaron la industria musical del último milenio, y que esta vez ya se ganaron a Buenos Aires cuando recién va la mitad del show.
Tampoco hay fisuras en la lista, que incluye “U-boat” a raíz del pedido de un fan en el hotel, ni en las cinco canciones de “For crying out loud”, que suenan homogéneas y son recibidas por el público con igual entusiasmo que los clásicos.
Mientras el guitar tech se toma un merecido descanso al costado del escenario, llega el final con “Stevie” y “L.S.F.”. O así parece, porque al rato el grupo vuelve y contraataca con “Comeback kid”, “Vlad the impaler” y el himno “Fire”, en el que las 2.500 personas se unen en un canto colectivo.
Kasabian finalmente da el show que todos esperaban: completo, sin compartir cartel y con un presente de lujo. Los inconvenientes sonoros son secundarios y sólo anecdóticos, y no llegan a empañar ni un décimo de la energía del grupo.
Eso sí: desde acá pedimos que para la portada de su próximo disco tengan en cuenta al guitar tech de esta noche, que dejó la vida como si fuera la final del mundo. O que al menos, le incluyan un bono en el próximo sueldo. Con la tasa de cambio actual, 48 libras con 13 centavos ya son un buen comienzo.
Puntaje: 8.75.
Fotos: Guido Adler.