El bajista de New Order y Joy Division dio un show de dos horas y media, en el que tocó completos “Technique” y “Republic”. Qué lo diferenció del resto de la gira.
Por Fabrizio Pedrotti, para Rock.com.ar.
“¡Qué lástima que me perdí el set de Joy Division!”, dice alguien que llega al Teatro Vorterix cerca de las nueve. Su amargura es entendible: se había anunciado que el bajista abriría el show con canciones del grupo de su juventud, y que luego interpretaría “Technique” (1989) y “Republic” (1993), ambos de New Order.
Pero por única vez en toda la gira, el inglés decide cambiar el orden y jugar un poco. El show arranca por el “final”, y se desarrolla de manera opuesta a lo esperado. “Regret” y “World”, de “Republic”, son las primeras dos que suenan, y hacen que, indefectiblemente, todos se miren sin entender. Más aún si agregamos que Hook y The Light suben al escenario a las 20.30.
De todas formas, el cambio es un acierto: Peter va de menor a mayor. “Republic” es importante para la carrera de New Order, pero dista de ser el punto más alto. “Spooky”, con el guitarrista David Potts en el micrófono, es uno de los momentos destacados de la noche.
La particularidad de The Light es que Hook no está al mando constantemente, sino que funciona como arreglador. Mientras el otro bajista marca las líneas generales de las canciones, Peter agrega los riffs y se dedica a las voces. Es una decisión extraña, pero que da resultado.
Aunque Hook pide que le suban su voz en sus monitores durante todo el concierto, debajo suena claro y conciso. En “Chemical” aprovecha para leer las letras en un atril -ubicado a su derecha durante las dos horas y media- y en “Times change”, Potts agarra la melódica. Mientras “Avalanche”, la última canción de “Republic”, suena en los parlantes, el grupo se retira. Más de uno imagina que, en efecto, el concierto está terminando.
Cuando Hook regresa con su histórico bajo lleno de calcomanías y arranca “Fine time”, el alma le vuelve al cuerpo a todos. Es uno de los singles de “Technique”, junto con “Round and round” y “Run”. Otra de las canciones que podría haber ostentado ese título es “Guilty partner”, con Potts nuevamente en las voces. En “Dream attack”, cuando el disco ya está llegando a su fin, el frontman le pega a un pad que tiene al costado de la batería y dispara sampleos. La banda vuelve a retirarse, pero todavía queda el plato fuerte.
“True faith” y “Redemption”, ambas de New Order, abren los bises. “Ceremony”, al haber sido escrita con Ian Curtis, hace de híbrido perfecto entre las dos agrupaciones. El cierre, ahora sí, es todo de Joy Division: suenan “Disorder”, “She’s lost control”, “Shadowplay” -con las luces más tenues y dándole un matiz gótico-, “Tranmission” y la letra oscurísima de “Love will tear us apart”, que en vivo se llena de alegría. Al bajista, la voz de Curtis le calza perfecta. Mucho más que la de Bernard Sumner.
Ahí es cuando Hook sabe que tiene al público en el bolsillo y que no hacen falta más palabras. Por eso, en señal de triunfo, se saca la remera, levanta los brazos y muestra los bíceps. Él ya ganó, y nosotros también: después de todo, a veces no está mal cambiar el orden de la cena y arrancar por el postre.
Puntaje: 8.
Fotos: Prensa Momer 360.