Taylor Momsen, de The Pretty Reckless: “Hacer este disco me salvó la vida”

La cantante analiza “Death By Rock And Roll”, que compuso después de sentir la muerte muy de cerca. También habla de la culpa, las religiones, el sarcasmo y los problemas de la infancia. Entrevista exclusiva.

Por Fabrizio Pedrotti, para Rock.com.ar.

Castle Rock es un pueblo ficticio de Stephen King. Supuestamente está en Maine, y fue el escenario de varios libros. Justamente, Taylor Momsen llama para esta entrevista por Zoom… desde Maine. La cantante de The Pretty Reckless, que vivía en Nueva York, pasó el último año en ese estado. Y como es fanática del autor, la primera pregunta es cantada: ¿pudo encontrar la ciudad?

“¡Oh, conozco Maine bastante bien! -se ríe-. Pero vivo en la Mid-Coast, cerca del agua, que está muy bueno”. Momsen, entonces, no pasa sus días alrededor de Castle Rock. Así y todo, ambos sectores comparten algo en común: “El frío de febrero y marzo -dice-. Espero que pasen un poco, para que el hielo y la nieve se derritan. El invierno acá es hermoso, pero ya extraño los rayos del sol”.

Para ella, la metáfora es perfecta: “Death By Rock And Roll” (2021) permitió que volviera a ver la luz. Ahí plasmó sus sentimientos más despojados, después de haber vivido situaciones traumáticas. Quizás por eso, este cuarto disco del grupo sea el más sólido: porque se sienten la pérdida, la bronca, la falta de ganas de vivir… y el resurgir.

Para entender lo que pasó, volvamos el tiempo atrás. En mayo de 2017, The Pretty Reckless estaba de gira con Soundgarden. Y horas después del último show que les tocaba compartir -en Detroit- se levantaron con una noticia terrible: Chris Cornell se había suicidado.

Aunque intentaron seguir con sus conciertos, tuvieron que dar un paso al costado. Momsen y sus compañeros -el guitarrista Ben Philips, el bajista Mark Damon y el baterista Jamie Perkins- no podían fingir que no había pasado nada. Sobre todo porque Cornell había sido el ídolo de sus infancias, y una de las razones que los había unido como banda.

The Pretty Reckless se guardó por un tiempo. Era necesario procesar la información, hacer el duelo y tomarse un descanso. Pero cuando empezaban a levantarse, llegó otra noticia devastadora: Kato Khandwala, su productor, había muerto en un accidente de moto. Él era una parte integral de sus discos, e incluso había presentado a Momsen con Philips.

“Fue como perder una pierna o un brazo -señala la cantante-. Era nuestro quinto integrante, además de mi mejor amigo del planeta; sólo que no salía de gira. Por un largo tiempo me sentí perdida sin él”. La terapia de Taylor fue componer este disco y dejar que los sentimientos salieran. En definitiva, había que estallar… para volver a comenzar.

Regresemos a 2021. «Death By Rock And Roll» cuenta con doce canciones, salió en febrero y tiene invitados estelares como Kim Thayil y Matt Cameron (de Soundgarden) y Tom Morello (de Rage Against The Machine y Audioslave). ¿El detalle? Los tres habían compartido bandas con Chris Cornell. En su primera semana, fue el disco más vendido en los Estados Unidos. Aunque lo más importante, como siempre, es conocer el proceso creativo. Y no hay nadie mejor que Taylor Momsen para guiarnos en la ruta.

-¿Sentís que creciste al «sacarte» esto de adentro?

-Absolutamente, y la evolución es natural. Todos aprendemos constantemente. Imaginate que armamos la banda en 2008, y yo grabé nuestro primer disco con 15 o 16 años. Ahora tengo 27, y ya significa un desarrollo. Me siento más formada, y creo que se refleja muy bien acá. El álbum nació y creció alrededor de un montón de pérdidas, traumas y dolor. 

-Era la primera vez que tenían el título antes de grabar. ¿Cuán importante fue contar con un concepto así?

-(Piensa). Cuando estás inspirado, esos límites te organizan. Pueden ir cambiando en el proceso, pero nos ayudó seguir la ética y el código de “Death By Rock And Roll”. Era una frase que Kato decía todo el tiempo, como un grito de batalla por vivir. Significa que hagas las cosas a tu manera, que seas libre. En mi caso, quiero tocar rock and roll hasta que me muera. Pero cuando nos dejó, la frase tomó otro significado en mi cabeza y se hizo más relevante e icónica. Así que me dio un punto de inicio para definir de qué hablarían las canciones. Y siendo honesta, escribo con metáforas y demás recursos, pero siempre sobre mi propia vida. Está genial tener una dirección tan clara desde el principio. Como bien dijiste, no se da muy seguido.

-La canción que le da nombre al disco venía de un demo de hace diez años. ¿No había funcionado antes, o creían que hoy encajaba mejor?

-Nunca la terminamos. Se sentía bien completarla ahora, y en su momento le prestamos atención a otros temas. Nunca nos ponemos a revisar el material viejo, pero a ese siempre lo quisimos completar. Cuando Kato murió se volvió «una obligación», un homenaje. Como banda, es la primera vez que miramos al pasado en lugar del futuro.

La evolución de Taylor Momsen se nota en su voz. Aunque en Maine haya frío, transmite más calidez y amabilidad que nunca. Y es evidente que recorrió un largo camino: no sólo no mira atrás con The Pretty Reckless, sino con su vida en general. Por ejemplo, muy lejos quedó su carrera como actriz y modelo, que empezó cuando tenía apenas dos años y se prolongó en éxitos como “El Grinch” (2000) y “Gossip Girl” (2007-2012).

Esa fama fue un arma de doble filo. Cuando Taylor empezó su banda, gran parte de la crítica pensó que era una “fase” o un producto prefabricado. Y de forma muy inteligente, ella entendió que la forma de avanzar era haciendo música constantemente. El tiempo acomodaría las cosas.

En sólo una década, The Pretty Reckless grabó cuatro discos y 2 EPs; filmó más de una docena de videos y dio centenares de shows en todo el mundo. Por ejemplo, tocaron en la Argentina en 2012 (en el Teatro de Flores) y en 2017 (en el Teatro Vorterix). Y en el medio vivieron todavía más situaciones inesperadas.

-Para muchos artistas, los momentos duros sacan lo mejor. Supongo que les pasó con “Going To Hell” (2014), que estuvo lleno de problemas. ¿Sentís similitudes con el ahora?

-Sí. La inspiración no necesariamente tiene que salir de un lugar tortuoso, pero tampoco de uno feliz. Puede llegar de cualquier lado, y en el momento que sea. Aunque cuando algo te altera la vida, tu cerebro hace foco en eso y es imposible que no quede en primer plano. En “Going…” fue igual, porque al estudio lo agarró el Huracán Sandy y perdimos todo: el lugar, los instrumentos y las grabaciones. También murió la mujer de Kato. ¡Era devastador! Como escribo de mis propias experiencias, gran parte fue a parar ahí. El paralelismo además es que perdimos gente muy rápido, una atrás de la otra, avasallantemente. Y no había forma de ignorarlo. Mi única manera de sanar y seguir era convertirlo en canciones. Es un proceso muy catártico, casi terapéutico, y también me permite ir al próximo paso de mi vida.

-¿Y hoy cuál sería?

-Bueno, en este caso fue poder hacer el disco (risas). Como era el primero sin Kato, desconocíamos si íbamos a lograrlo. Yo entré en un espiral muy profundo de depresión, abuso de drogas, duelo y trauma. No sabía para dónde correr. Necesitaba la música casi como al oxígeno o el agua, pero me sentía tan mal que no me salía nada. Cuando agarré de nuevo la guitarra, pude abrirme con todo lo que había reprimido. Este disco “brotó” de mí, más allá de haberlo querido o no (risas). Me estaba consumiendo, es como que se abrieron las compuertas de un dique. No pude esconderlo: lo había probado y no funcionó. Sólo podés meter el dolor abajo de la alfombra por un tiempo, porque no te deja avanzar. Como persona, encuentro mi centro en la composición. Me es muy difícil escribir, porque no sé de dónde va a venir la inspiración… ¡ni si va a llegar! Es imposible de forzar, y ahora ni me tuve que sentar: me dio una cachetada. Le agradezco al disco por haberme rescatado, y es la razón por la que sigo acá. Aunque suene cliché, el rock and roll te salva la vida.

-¿Ahora percibís la muerte de otra manera?

-(Piensa). Creo que sí. Obvio que la había conocido antes, pero nunca tan cerca. Todos luchamos con pérdidas en algún momento, y a mí me tenía que llegar; aunque no esperaba que tan pronto. Fue muy shockeante e inesperado. Así que, como hablábamos, crecí exponencialmente en un período re corto. Siento que envejecí varios años (risas). Cuando te toca enfrentar algo y no estás preparado, lo que importa es cómo llegás al otro lado del río. Eso te define. “Death By Rock And Roll” es un renacimiento para la banda y para mí. Yo encontré nuevas formas de sentir alegría, y salió un disco que no se puede prefabricar. Es muy crudo, frágil y sincero.

EL CAMINO A LA LUZ

“Primero escribo todo en la guitarra acústica, es un proceso muy solitario y despojado», señala la cantante. «Cuando están las melodías y las letras, se las presento a la banda. Ahí nos preguntamos cómo expandirla, para que la música coincida con lo que decimos”.

-”The Devil’s Back”, de 2016, terminó durando siete minutos porque jugaron a improvisar. Cuando hoy les mostrás los temas a tus compañeros, ¿siguen cambiando tanto?

-Experimentamos un montón. Pero si la idea me llega, la oigo completa en la cabeza. ¡Es casi una maldición! (risas). Me imagino cómo debería levantarse, las transiciones, los cambios… para qué lados iría. El desafío, desde ahí, es que lo que escucho en mi cabeza salga por los parlantes. Hay mucha prueba y error hasta el punto mágico en que digo: “¡Sí, la imaginaba justo así!”. Ahí ya la puedo compartir y todos oímos lo mismo.

-El disco y la tapa tienen dos lados -uno oscuro y otro luminoso- que reflejan lo que pasaste. ¿Cuán importante era el orden de los temas? Porque más que nunca, importaba que la historia se recorriera de principio a fin.

-Muchas gracias, de verdad. Lo valoro un montón. Vengo de una época old school o “clásica”, como me gusta decirle. Crecí con los vinilos de mi papá, de chica los escuchábamos enteros. Ahí te metés en el repertorio del artista y empezás a entenderlo, te conectás de forma más profunda. La secuenciación es extraordinariamente importante siempre -lo enfatiza-. Pero más en “Death By Rock And Roll”, porque te lleva por un viaje y termina de forma circular. Si le prestás atención, narra el ciclo de mis últimos años. Empieza muy heavy, oscuro y desolador, y en la mitad descubrís que hay luz al final del túnel. Espero que acompañe al que lo necesite, como muchos discos me salvaron a mí. Hoy, sobre todo, creo que todos necesitamos aferrarnos a algo. Y siempre viene bien un poco más de rock and roll, ¿no? (risas).

-De chica amabas “Shine On You Crazy Diamond”. Pero desde que leíste la explicación de Roger Waters, te cambió el significado. ¿Qué transmitía el tema para vos?

-(Piensa). No sé si era algo concreto, sino cómo me conectaba. Lo escuchaba y lo aplicaba a mí, a lo que me pasaba. Es el poder de la música y las metáforas: que no importa si sentís algo bueno o malo, va a haber una canción o disco que te apoyen. Y ahora, cada vez que escucho “Shine On…”, se me viene a la cabeza Waters contando su propia historia. No se contradice, pero se llevó una parte de lo que me significaba. No me gusta hacerles eso a nuestros oyentes, porque les “contamino” el cerebro y no es justo. Siempre digo que las canciones son mías, que las escribo con un motivo, pero que después dejan de pertenecerme. Es lindo que cada uno las acomode según su propio contexto. Y si quieren saber de mí, está todo en las letras: pueden interpretarlas y sacar conclusiones. Aunque a la vez, me da miedo exponerme tanto.

LOBOS, RELIGIÓN Y SARCASMO

Taylor Momsen no sólo es lectora de Stephen King, sino que su influencia aparece seguido. Un ejemplo es “And So It Went” (el segundo single del disco), que tiene la guitarra rebelde de Tom Morello.

-El video muestra a unos chicos con máscaras de lobos y cerdos. Hay un concepto similar a “Apocalipsis” y “El Señor de las Moscas”, ¿no?

-Sí, exacto. Los clips son un desafío, sobre todo para el rock. Querés que encarnen el tema, pero que no te distraigan. Y que enfaticen la música y a la vez sean divertidos, porque son eso: entretenimiento. Desde el “vamos”, esta canción se enfocaba en lo social. La escribí viendo las revueltas populares y cómo el mundo se enloquecía. La gente cambiaba, lo sentía en el aire. Me emocionó que los jóvenes finalmente se hayan enojado por los problemas del planeta. Están tratando de levantarse y de recuperar el poder -lo dice jugando con “Take The Power Back”, de Rage Against The Machine-.

-Hablando de buenos y malos, ¿pensás que ya venimos así, o que la vida nos va definiendo?

-Es una combinación. Todos nacemos inocentes, y también lo quería representar en el video. Los chicos son puros, pero los exponemos desde muy temprano a demasiadas cosas. Eso hace que cambien la forma de pensar, y que crezcan mucho más rápido de lo que deberían. La naturaleza humana es así, a veces nos hacen elegir un lado o el otro, y también influye cómo te crían. Todo define cómo vas a ser de adulto. No pienso que ninguna ideología sea necesariamente mala, mientras no te separe del resto. Depende cómo te tomás la vida y los obstáculos, porque a todos nos surgen un montón. Pero no podés culpar a nadie, ni a un partido, por la persona que terminás siendo.

-En ese video aparecés vestida de rosa, y hace tiempo contaste que cada vez que usabas ese color (como en “Messed Up World”) era irónicamente. ¿Fue el caso?

-(Risas). No del todo, pero hay un poco de sarcasmo y alegría, como los clones de mí misma. Porque obvio que no me creo el rey ni la reina de nada. Pero quería que aparecieran la corona, el trono y una persona con mucho poder, y dejarte pensando si es positivo o negativo. Ahora que lo decís, hay un montón de ironía. Cada vez que me veas con ese color es por una razón, porque no es mi predilecto. Al margen, ahora mismo tengo un sweater y un pantalón rosados, de pies a cabeza. ¡Y no estoy siendo sarcástica! (carcajadas).

-Supongo que ese recurso te sirve para enfrentar los problemas que mencionábamos, ¿no?

-Sí, tengo una mente totalmente ácida y humorística. Si no podés reírte de lo que te pasa y del dolor, no sé si estás vivo. La comedia es importantísima, me levanta mucho el ánimo. En las canciones no aparece «per sé», pero en los videos me gusta jugar con eso, porque me representa demasiado.

-En ”Miss Nothing”, de 2010, usabas el sarcasmo contra la religión. ¿Recibiste comentarios ofensivos?

-Dejame pensar, nos fuimos muy atrás… (risas). La letra habla de perder a alguien, no saber cómo seguir y volverte loco. En el video jugué a ser María Magdalena, en una última cena bastante retorcida, perdiendo la cabeza. Llevó mucho trabajo en la actuación. Cierta gente religiosa toma muy literalmente las referencias que usamos, y yo en realidad escribo metafóricamente. Lo del “cielo y el infierno” es una alegoría sobre el bien y el mal, y todos la entienden. Sinceramente, no creo que cuando muera vaya a un agujero de fuego abajo de la tierra, y me espere el diablo con una guadaña (risas).

-¿La religión te instaló algo de culpa?

-Fui a una escuela católica desde muy chiquita. Si te enseñan las cosas tan agresivamente, te inyectan el miedo. Y tu mente es una esponja que absorbe todo. De adulta entendí que podía moverme fuera de las religiones organizadas y pensar por mi cuenta. No significa que no sea espiritual o que no crea en la reencarnación. Sólo que no veo certezas; ningún culto me funcionó. A ese miedo lo sentía con cosas muy naturales, como las relaciones. Te dicen que vas a irte al infierno si te enamorás de alguien, o si “te pasás de la raya” y tenés sexo antes de casarte. Es una organización, y no me gusta alimentar eso. Ya de más grande, pensé: “Bueno, capaz que no todo lo que me enseñaron es 100% real…”. Se nota que le fui perdiendo el miedo, ¿no? (risas).

En parte, Taylor Momsen se refiere a la carga sexual de los shows. Antes era común que The Pretty Reckless invitara mujeres al escenario, que se quedaban en paños menores mientras la cantante se levantaba la remera. En un punto, las cosas se descontrolaron y empezaron a arrancarle el pelo (o a sobrepasarse con ella).

Al principio, The Pretty Reckless también había vivido los típicos tours en vans incómodas (hasta que hubo problemas de seguridad), e incluso tuvieron que prohibir las bromas físicas. Todo se había descontrolado.

-Para terminar: con lo que extrañamos los recitales, ¿volverías a girar hoy con esas condiciones?

-¡Absolutamente! Es muy difícil no poder tocar, especialmente con un disco nuevo. Se siente raro no presentar las canciones en el escenario, porque ahí se completa el círculo, ¿sabés? Internet es maravilloso, podemos comunicarnos y compartir canciones en todas las plataformas… pero la música en vivo es irremplazable. Esa relación simbiótica no se da en otro lado, es imposible virtualmente. Realmente extraño los recitales, el público, la transpiración, la energía… vivo en una verdadera abstinencia (risas). Ojalá que las giras vuelvan más temprano que tarde. Cuando lleguen, ahí estaremos: nadie las espera más que nosotros.

“Death By Rock And Roll”, el cuarto disco de The Pretty Reckless, salió el 12 de febrero con Century Media (Sony Music). Se consigue en formato físico y en todos los servicios de streaming.

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